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viernes, 16 de abril de 2010

CONSEJOS PARA LOS POLITICOS CRISTIANOS


Frei BETTO
Teólogo brasilero y asesor de Lula da Silva, Presidente de Brasil.


1. Mantenga viva la indignación.

Verifique periódicamente si usted es realmente de izquierda. Adopte el criterio de Norberto Bobbio: la derecha considera la desigualdad social tan natural como la diferencia entre el día y la noche. La izquierda, por el contrario la encara como una aberración a erradicar.

Cuidado: usted puede estar contaminado por el virus socialdemócrata, cuyo principal síntoma es utilizar métodos de derecha para obtener conquistas de izquierda y, en caso de conflicto, desagradar a los pequeños para no quedar mal con los grandes.


2. La cabeza piensa donde pisan los pies.

No es posible ser de izquierda sin mancharse los zapatos allá donde el pueblo vive, lucha, sufre, se alegra y celebra sus creencias y sus victorias. Teoría sin práctica es hacerle el juego a la derecha.


3. No se avergüence de creer en el socialismo.

El escándalo de la Inquisición no hace que los cristianos abandonen los valores y las propuestas del Evangelio. Del mismo modo, el fracaso del socialismo en el Este europeo no debe llevarle a usted a desterrar el socialismo del horizonte de la historia humana.

El capitalismo, que está en vigor hace ya 200 años, ha fracasado para la mayoría de la población mundial. Hoy somos 6 mil millones de habitantes. Según el Banco Mundial, 2.800 millones sobreviven con menos de 2 dólares por día, y 1.200 millones con menos de un dolar por día. La globalización de la miseria no es mayor gracias al socialismo chino, que, a pesar de sus errores, asegura alimentación, salud y educación a 1.200 millones de personas.


4. Sea crítico sin perder la autocrítica

Muchos militantes de izquierda cambian de lado cuando empiezan a buscar tres pies al gato. Marginados por el poder, se vuelven amargados, y acusan a sus compañeros/as de errores y vacilaciones. Como dice Jesús, ven la paja en el ojo del otro, y no la viga en el suyo. Ni se comprometen para mejorar las cosas. Se quedan como meros espectadores y jueces, y, poco a poco, son cooptados por el sistema.

La autocrítica no consiste sólo en admitir los propios errores, sino admitir ser criticado por los/as compañeros/as.


5. Sepa diferenciar entre militante y "militonto".

Militonto es aquel que presume de estar en todo, participar en todos los actos y movimientos, actuar en todos los frentes. Su lenguaje está lleno de las grandes palabras y los efectos de su acción son superficiales.

El militante profundiza sus vínculos con el pueblo, estudia, reflexiona, medita; se cualifica en una determinada forma y área de actuación o actividad, valora sus vínculos orgánicos y los proyectos comunitarios.


6. Sea riguroso en la ética de la militancia

La izquierda actúa por principios. La derecha, por intereses. Un militante de izquierda puede perder todo -la libertad, el trabajo, la vida…- menos la moral. Sin moral, desmoraliza la causa que defiende y encarna, y presta un inestimable servicio a la derecha.

Hay tipos amarillos disfrazados de militantes de izquierda. Es el sujeto que se compromete teniendo en vista sobre todo su ascenso hacia el poder. En nombre de una causa colectiva, busca en realidad su interés personal.

El verdadero militante -como Jesús, Gandhi, Che Guevara- es un servidor, dispuesto a dar la propia vida para que otros tengan vida. No se siente humillado por no estar en el poder, ni orgulloso por estarlo. El no se confunde a sí mismo con la función que ocupa.


7. Aliméntese con la tradición de la izquierda.

Es preciso oración para cultivar la fe, cariño para nutrir el amor de la pareja, y "volver a las fuentes" para mantener encendida la mística de la militancia. Conozca la historia de la izquierda, lea (auto) biografías como el "Diario del Che en Bolivia", y novelas como "La Madre" de Gorki, o "Las uvas de la ira" de Steinbeck.


8. Prefiera el riesgo de equivocarse con los pobres, a la pretensión de acertar sin ellos.

Convivir con los pobres no es fácil. Primero suele darse una tendencia a idealizarlos. Luego se descubre que entre ellos se dan los mismos vicios que en las demás capas sociales. Ellos no son mejores ni peores que los demás seres humanos. La diferencia es que son pobres, o sea, personas privadas injusta e involuntariamente de los bienes esenciales de la vida digna. Por eso es por lo que estamos a su lado. Por una cuestión de justicia.

Un militante de izquierda jamás negocia los derechos de los pobres y sabe aprender con ellos.


9. Defienda siempre al oprimido, aunque aparentemente no tenga razón.

Son tantos los sufrimientos de los pobres del mundo que no se puede esperar de ellos actitudes que tampoco siempre aparecen en la vida de quienes tuvieron una educación refinada.

En todos los sectores de la sociedad hay gente corrompida y bandidos. La diferencia es que, en la élite, la corrupción se hace con la protección de la ley y los bandidos son defendidos mediante mecanismos económicos sofisticados, que permiten que un especulador lleve una nación entera a la ruina.

La vida es el don mayor de Dios. La existencia de la pobreza clama al cielo. No espere jamás ser comprendido por quien favorece la opresión de los pobres.


10. Haga de la oración un antídoto contra la alienación.

Orar es dejarse cuestionar por el Espíritu de Dios. Muchas veces dejamos de rezar para no oír el llamado divino que exige nuestra conversión, o sea, el cambio de rumbo en la vida. Hablamos como militantes y vivimos como burgueses, acomodados, o en la fácil posición de jueces de quien lucha.


CRISIS DE IGLESIA CATÓLICA

Joseph Ratzinger –ahora el papa Benedicto XVI– y yo fuimos los teólogos más jóvenes en el Concilio Vaticano II de 1962 a 1965. Ahora somos los mayores y los únicos que seguimos en plena actividad. Siempre entendí que mi trabajo de teólogo estaba al servicio de la Iglesia Católica Romana. Por ello, con ocasión del quinto aniversario de la elección del papa Benedicto XVI, hago este llamado en una carta abierta. Al hacerlo, estoy motivado por mi profundo interés por la Iglesia, que ahora se encuentra en la peor crisis de credibilidad desde la reforma protestante. Por favor, disculpen el formato de una carta abierta; lamentablemente, no tengo otra manera de llegar a ustedes.

Mis esperanzas y las de los católicos que esperan que el Papa encuentre su manera de promover una renovación de la Iglesia y un acercamiento ecuménico en el espíritu del Concilio Vaticano II no han sido, lamentablemente, satisfechas. Su pontificado ha dejado pasar más oportunidades de las que ha tomado: se perdieron las oportunidades de acercamiento con las iglesias protestantes, de la reconciliación a largo plazo con los judíos, del diálogo con los musulmanes en una atmósfera de confianza mutua, de reconciliarse con los colonizados pueblos indígenas de América Latina y de dar asistencia al pueblo de África en su lucha contra el sida. Se perdió, también, la oportunidad de hacer que el espíritu del Concilio Vaticano II sea la brújula de toda la Iglesia Católica.

Este último punto, respetados obispos, es el más serio de todos. Una y otra vez, este Papa agregó calificativos a los textos conciliares y los interpretó contra el espíritu de los padres conciliares:

◦Regresó a los obispos de la tradicionalista Sociedad de Pío X a la Iglesia sin condiciones previas;
◦Promueve la medieval Misa Tridentina por todos los medios posibles;
◦Rechaza poner en marcha el acercamiento con la Iglesia Anglicana, que fue presentada en documentos ecuménicos oficiales por la Comisión Internacional Anglicana-Católica Romana;
◦Ha reforzado de manera activa las fuerzas anticonciliares en la Iglesia, designando a funcionarios reaccionarios en puestos clave en la curia y designando obispos reaccionarios en todo el mundo.

Y, ahora, sobre estas crisis aparecen escándalos gritados al cielo: la revelación de que clérigos abusaron de miles de niños y adolescentes en todo el mundo. Para hacer las cosas peor, el manejo de estos casos dio a lugar a una crisis de liderazgo sin precedentes y al colapso de la confianza en el liderazgo de la Iglesia. Las consecuencias de la reputación de la Iglesia Católica son desastrosas. Importantes líderes del clero ya lo han admitido. Varios inocentes y comprometidos pastores y educadores están sufriendo el estigma de sospecha que ahora cubre a la Iglesia.

Ustedes, obispos, deben enfrentar la pregunta: ¿Qué le pasará a nuestra Iglesia y a sus diócesis en el futuro? No es mi intención bosquejar un nuevo programa de reforma. Solo quiero hacerles seis propuestas que, estoy seguro, son apoyadas por millones de católicos que no tienen voz en la situación actual.

No se queden callados: Haciéndolo frente a tan serios agravios, se contaminan con la culpa. Cuando crean que algunas leyes, directivas y medidas son contraproducentes, deben decirlo en público. ¡No envíe a Roma muestras de su devoción sino haga un llamado a la reforma!

Empiecen la reforma: Muchos en la Iglesia y en el episcopado se quejan de Roma, pero no hacen nada. Ya sean obispos, sacerdotes o laicos, todos pueden hacer algo para renovar la Iglesia en su propio círculo de influencia. Muchos de los grandes logros que han ocurrido en parroquias individuales y en la Iglesia en general deben su origen a la iniciativa de un individuo o de un pequeño grupo. Como obispos, deben promover y apoyar esas iniciativas, y –en especial, por la situación actual– deben responder a las justas quejas de los fieles.

Actúen en un modo colegiado: Contra la persistente oposición de la Curia, el Concilio Vaticano II decretó la colegiatura del Papa y los obispos. En la era postconciliar, sin embargo, el Papa y la Curia han ignorado este decreto. Apenas dos años después del concilio, el papa Paulo VI publicó su encíclica defendiendo la controvertida ley de celibato sin consultarle a los obispos en lo absoluto. Desde entonces, la política y el magisterio papal han seguido actuando de esa antigua e incolegiada manera. Es por ello que no deben actuar solos, sino más bien en comunidad con otros obispos y con los hombres y mujeres que constituyen la Iglesia.

La obediencia incondicional se debe solo a Dios: Aunque en su consagración episcopal tomaron un juramento de obediencia incondicional al Papa, ustedes saben que la obediencia incondicional nunca se debe a una autoridad humana; esta es solo para Dios. Por eso no deben sentirse limitados por su juramento para decir la verdad sobre la crisis actual que está enfrentando la Iglesia, sus diócesis y sus países. Presionar a las autoridades romanas con el espíritu de la fraternidad cristiana es permisible e, incluso, necesario cuando ellas fallan en cumplir con el Evangelio y su misión.

Trabajen por soluciones regionales: El Vaticano suele hacer oídos sordos a las bien fundadas demandas del episcopado, los sacerdotes y los laicos. Esta es razón suficiente para buscar sabias soluciones regionales. Como están bien al tanto, el rol del celibato –una herencia de la Edad Media– representa un problema particular delicado. En el contexto de los escándalos de abusos del clero de hoy, el celibato ha sido puesto en duda. Contra el deseo expreso de Roma, el cambio se ve apenas posible, pero esto no es razón para la resignación. Conferencias episcopales individuales pueden tomar la delantera con soluciones regionales. Sería mejor, sin embargo, buscar una solución para toda la Iglesia. Por ello:

Convoquen un concilio: Así como el logro de la reforma litúrgica, de la libertad de clero, del ecumenismo y del diálogo interreligioso necesitaron un concilio ecuménico, ahora se necesita un concilio para solucionar los problemas que se intensifican dramáticamente y que piden una reforma. En el siglo previo a la reforma protestante, el Concilio de Constanza decretó que los concilios debían efectuarse cada cinco años. Pero la curia romana logró evadir esta regla exitosamente. Por ello, depende de ustedes presionar para que se llame a un concilio o, al menos, una asamblea representativa de obispos.

Con la Iglesia en una profunda crisis, este es mi llamado, venerables obispos: pongan en uso la autoridad episcopal que fue reafirmada por el Concilio Vaticano II. En esta situación urgente, los ojos del mundo giran hacia ustedes. Innumerables personas han perdido su confianza en la Iglesia Católica. Solo reconociendo abierta y honestamente estos problemas y resolviéndolos y realizando reformas, la confianza puede ser recuperada. Con todo respeto, les pido que hagan su parte en el apostólico “sin miedo’ (Hechos 4: 29,31). Den a sus fieles signos de esperanza y estímulo y den a nuestra Iglesia la brújula para su futura dirección.

Con cálidos saludos en la comunidad de la fe cristiana,
Hans Küng

Notas relacionadas
15/04/10 - Papa pide “hacer penitencia” por curas pedófilos

14/04/10 - Críticas a Iglesia por ligar pedofilia con homosexualidad
10/04/10 - Vaticano: "Ratzinger no impidió expulsión de cura pedófilo"

Inglaterra: buscarán la detención del Papa durante su visita
Algunos intelectuales británicos impulsan esta pretensión por su presunto encubrimiento de casos de pederastia en la Iglesia.

Dos científicos británicos buscarán la detención del papa Benedicto XVI por “crímenes contra la humanidad” durante su próxima visita al Reino Unido, luego de que algunas acusaciones apuntan a que él ayudó a encubrir abusos de curas pedófilos.

El científico Richard Dawkins y el periodista Christopher Hitchens tienen intención de entablar las acciones necesarias ante la justicia británica y la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya, indicó el abogado del primero, Mark Stephens, al diario The Guardian.

Stephens agregó que quería obligar al Papa, que debe visitar Gran Bretaña del 16 al 19 de septiembre próximos, a explicarse sobre “cómo parece que antepuso la reputación de la Iglesia católica al bienestar de los niños”.

Aunque algunos especialistas en derecho Internacional dicen que esto no prosperaría porque el Papa goza de inmunidad “en tanto que jefe de Estado”, el abogado de los dos intelectuales argumenta que el Vaticano no es un Estado propiamente dicho, por lo que el que el Papa no tiene este beneficio.

El Papa “no está por encima de la ley”, agregó Hitchens en la prensa británica. “La ocultación institucionalizada de violaciones de niños es un crimen en todas las legislaciones, sean cuales sean”.

De otro lado, el Vaticano publicó hoy una guía en Internet para gestionar las acusaciones de abusos, en un esfuerzo más por desviar las críticas a su respuesta al escándalo.

jueves, 15 de abril de 2010

HOMENAJE AL DR.OBIDIO RUBIO MERCEDES

CARTA DE FELICITACIÓN DEL "NÚCLEO POLÍTICO EVANGÉLICO DE LA LIBERTAD-PERÚ"
"Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento" OSEAS 4:6

El "Núcleo Político Evangélico de La Libertad-Perú", felicita al Dr. Obidio Rubio Mercedes, por su triunfo, como nuevo Decano Nacional del "Colegio de Matemáticos del Perú", que al igual que el obtenido por el Dr.José Antonio Ñique de la Puente, fortalecen el campo popular profesional, en la búsqueda de una nueva sociedad diferente al capitalismo salvaje neoliberal.
Paz y Bien hermano Obidio.

Ubaldo Tejada Guerrero.
http://www.nucleopolitico.tk



CARTA DEL HERMANO OBIDIO RUBIO MERCEDES
Estimado Hermanos:
Hago llegar mi mas sincero saludo y a la vez invitarlos a la cermonia de transferencia de cargo del COLEGIO DE MATEMATICOS DEL PERU - COMAP, que se llevara a cabo el dia Viernes 16 de Abril del presente en el local del Colegio de Ingenieros del Peru, Av. Arequipa 4947- Distritio de Miraflores a las 18.00 horas.

Que Dios los Bendiga a todos Ustedes

Dr. Obidio Rubio Mercedes
Decano Nacional Electo

NÚCLEO POLÍTICO EVANGÉLICO DE LA LIBERTAD-PERÚ
"Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento"

domingo, 11 de abril de 2010

IGLESIA CATÓLICA OFICIAL

Iglesia Católica oficial: ¿Hasta cuándo?
Rodrigo Montoya Rojas
[Publicado en la Primera 11/04/10 en su columna "Navegar río arriba"]

Acaba de terminar la “semana santa” con su tradición de fe católica cada vez menor, los viajes turísticos de jóvenes que llegan a Ayacucho -por ejemplo- a divertirse, beber y pasarla en grande, mientras las procesiones avanzan entre flores, Música y devoción. Me cuentan los amigos que en la última semana hubo poco turismo y muchas borracheras, no sólo de los que llegan de fuera sino también de ayacuchanos (as) nativos. El alcohol ocupa todos los espacios posibles, gracias la extraordinaria crisis de civilización que vive el mundo.

La tradición de la Semana Santa cayó como un agua de rosas benditas a la jerarquía católica que trataba de callar y ocultar el escándalo mundial producido por curas pedófilos en Estados Unidos e Irlanda, principalmente, y la complicidad del Papa actual, según el New York Times. ¿Imaginan lectoras y lectores lo que significa que la Iglesia Católica norteamericana ha gastado hasta ahora tres mil millones de dólares para tratar de ocultar los delitos sexuales de sus curas? Juan Luis Cipriani pidió la cabeza del ministro Óscar Ugarte por autorizar otra vez la distribución de la píldora del día siguiente. Ugarte tiene razón porque esa píldora no es abortiva. Lo respaldan la Organización Mundial de la salud y otras instituciones médicas. Por debajo de todo está el derecho de las mujeres para disponer de sus cuerpos y tener los embarazos que quieran. ¿Qué se cree el arzobispo de Lima para pedir la cabeza de un ministro? Se siente dueño de la verdad que le habría sido “revelada” por su dios. Ya los tiempos pasaron para seguir creyendo en esos cuentos.

Acabamos de tener dos días feriados, (jueves y viernes) que junto a los de junio (29), noviembre (1) y diciembre (8 y 25) suman seis al año. No existe feriado alguno para la espiritualidad andino-amazónica (Apus y Pachamama), tampoco para otras religiones, y menos para los no creyentes. Como en tiempos de Pizarro, dicen que aquí la “única” religión y, además, “verdadera”, es la católica. Se trata de un monumental abuso católico con la complicidad del Estado y sus gobiernos.

¿Qué hacer? Está aún pendiente un largo proceso para conseguir que el estado peruano sea laico en el cabal sentido de la palabra. De dos cosas una: podría haber un feriado al año en el que cada una de las religiones existentes en el país haga las celebraciones que quieran para sus dioses o, ninguno y que los festejos se hagan en privado. Si el gobierno quiere promover el turismo interno, que lo haga abiertamente, con dos feriados previos a un fin de semana sin vinculación alguna con el calendario católico. Con las dos propuestas el país ganaría en sinceridad y quedaría atrás la colonial hipocresía de Iglesia Católica. ¿No sería mejor que los católicos celebren sus fiestas en familia y sin borracheras y dobleces? ¿Sería posible imaginar que haya en Perú un grupo de congresistas capaces de presentar proyectos de ley para abrirle un camino a estas dos propuestas?

domingo, 4 de abril de 2010

MENSAJE DE PS.JORGE Y KARINA

Hijos Felices Pascuas a todos!!!!!!


"No le pidas a Dios que saque tus espinas, mas bien que endurezca tus pies para pasar por encima y seguir adelante"


Nos veremos pronto!!!!
Los amamos.


Pastores.
Jorge y karina Ayona
www.altonivelinternational.ok.pe








sábado, 3 de abril de 2010

LA PRIMERA PIEDRA


POR: Gustavo Benites Jara
Hay sacerdotes que han dejado imperecedera huella en nuestro tiempo: Thomas Merton, autor de la fascinante autobiografía “La Montaña de los siete círculos” y del singular texto pleno de fulguraciones místicas “Nuevas Semillas de Contemplación”: fue maestro de Ernesto Cardenal, el magnífico poeta nicaragüense de los “Salmos” y “Oración por Marilyn Monroe”; Camilo Torres, que ofrendó su vida por la liberación de los oprimidos; Monseñor Romero, heroico y paciente, con aguda conciencia que sería asesinado por la derecha salvadoreña y que, sin embargo, no traicionó a sus fieles ni a sí mismo; Damián de Molokai, que dio su juventud, ¡oh locura!, para servir a los leprosos hasta morir devorado por la terrible enfermedad; Teilhard de Chardin, eminente científico, autor de trabajos centrales como “El fenómeno humano” y “El porvenir del hombre”; Gustavo Gutiérrez, maestro excepcional, fundador de la Teología de la Liberación, paradigma de vida sencilla y de servicio al pueblo.
Pero al lado de estos sacerdotes ejemplares, que seguramente tuvieron en su corazón la lucha de las dos ciudades agustinianas, Civitas Dei y Civitas Diaboli, hay otros que son una verdadera catástrofe y repudiables en grado sumo: los pederastas. Pero no sólo los de hoy, que escandalizan al mundo entero, sino los de ayer también (cf. Pepe Rodríguez: “Pederastia en la Iglesia Católica”), como el cardenal austriaco Hans Hermann Groer, “un protegido de Juan Pablo II que gozó del apoyo y encubrimiento del Vaticano”; el sacerdote Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo en México; el polaco Julies Paetz, “un arzobispo sexualmente voraz que el Papa no pudo salvar”; el arzobispo argentino Edgardo Storni, “que ponía a Dios como avalador de la bondad de sus abusos sexuales”. Y de notorios encubridores como el obispo chileno Tomás González, “que presumía más cualidades en los curas pedófilos que en sus víctimas”; el cardenal norteamericano Bernar Law, el español Ricard Carles Gordo, el prelado francés Pierre Pican, el obispo irlandés Brendan Comiskey. Y una estremecedora lista de sacerdotes pederastas a lo largo y ancho de Latinoamérica.
Sin embargo, a pesar de su atrocidad imperdonable, hay quienes pretenden atenuar esos abominables actos apelando a la idea de que todos somos pecadores y que por ello no tenemos derecho a juzgar ni podemos tirar la primera piedra, usando así, torvamente, el mensaje crístico para encubrir a esos delincuentes eclesiales.
Pero sí, sí podemos tirar la primera piedra contra aquellos que sometieron, violaron, pervirtieron y destrozaron la vida de centenares de niños en el mundo entero; contra los que sodomizaron a los infantes sordomudos y contra los jerarcas que no dijeron nada y en los hechos promovieron la proterva conducta de sus ministros. Sí podemos y debemos tirar la primera piedra contra los obispos, arzobispos, sacerdotes y toda su cohorte de nefandos alcahuetes, y exigir a la misma Iglesia y a la justicia ordinaria de cada país la pena que merecen por el horrendo crimen cometido.
¿No les bastó a numerosos jerarcas ser cómplices de la explotación capitalista, de la represión, la tortura y las desapariciones, como en Argentina, y usar sus sermones para justificar y promover la deshumanizante economía neoliberal?
Por eso, no podemos callar, sino arrojar la primera, la segunda y la tercera piedra, y todas las que fueran necesarias. Y si bien es cierto tenemos una viga en nuestro propio ojo - ¿quién nos la arrancará, que ya mucho nos hace sufrir? -, nada se puede comparar a lo cometido por estos delincuentes, cualquiera sea su estado o jerarquía, y para quienes no cabe remisión alguna, pues como dijo Cristo “el que escandalizare a uno de estos pequeños más le valdría que le atasen una piedra de molino al cuello y lo echasen al mar”. La justicia común y la canónica ya tienen el camino trazado por el propio Redentor, y no cabe más disimulo, encubrimiento, alcahuetería ni criminal complicidad.

viernes, 2 de abril de 2010

FRANK PAIS: UN LÍDER EVANGÉLICO EN LA REVOLUCIÓN CUBANA

BIOGRAFÍA DE FRANK PAÍS

Frank País nació en Santiago de Cuba el 7 de diciembre de 1934 y murió asesinado en la misma ciudad el 30 de julio de 1957, con 23 años. Hijo de un pastor evangélico emigrado de Galicia, Frank fue siempre un miembro fiel en la Primera Iglesia Bautista de Santiago de Cuba. A los 17 años se involucró en tareas políticas y revolucionarias. Quería ver a su país libre de la tiranía que lo gobernaba. Llegó a ser Jefe Nacional de Acción en la clandestinidad del Movimiento 26 de Julio, la estructura política que llevó al poder a Fidel Castro en enero de 1959. Tropas del general Batista segaron brutalmente la vida de Frank en plena juventud. Juan Antonio Monroy escribe una biografía de Frank País limpia, atractiva, cautivadora, sin omitir hechos destacados de su vida, pero con una gran capacidad de síntesis. Presenta al personaje en su dimensión revolucionaria, humana, religiosa, literaria y sentimental. Subraya la fuerza del ideal que presidió su juventud y acerca al lector a la figura gigante del joven que hoy está considerado en Cuba como un héroe nacional.
TEMÁTICA
Con esta nueva publicación, la Editorial Caminos y Ediciones Especiales del Instituto Cubano del Libro ofrecen a los lectores, especialmente a los jóvenes, esta otra visión, complementada y enriquecida de la figura del “Inolvidable Frank”. .

Caminos ofrece a sus lectoras y lectores las palabras que Yolanda Portuondo, ferviente investigadora de la figura de Frank País García y autora de La clandestinidad tuvo un nombre: David , preparó para esta nueva edición de un libro que enriquece no sólo el conocimiento de la figura de Frank País, sino que ofrece una perspectiva más humana del hombre y el héroe; del joven que supo poner al lado de su corazón la Biblia y la pistola.

Fue hace algunos años, en el marco de un ciclo de conferencias dedicadas a Frank País realizado por el Museo de la Lucha Clandestina de Santiago de Cuba, cuando escuché a Asela de los Santos señalar: “A uno siempre le parece poco lo que se diga de Frank, como si no pudiera expresarse con justicia todo lo que él merece”.

Desde entonces, en múltiples ocasiones, esa frase ha vuelto una y otra vez a mí, porque, a pesar de los años transcurridos —y de la existencia ya de varios libros que abordan la vida y el accionar de Frank, y otros, que han revelado algunos aspectos vinculado a él—, continuo coincidiendo en que, en efecto, aún no hemos mostrado lo suficiente lo que Frank fue. Y es que no puede ser de otro modo: una personalidad multifacética como la suya, capaz de proyectarse de tantas maneras diferentes, es muy difícil de agotar; pero, además, las mismas características de la lucha en la ciudad, su rigurosa compartimentación, hacen difícil conocer en toda profundidad su desempeño.

Un líder evangélico en la revolución cubana, de Juan Antonio Monroy, es, no obstante, un ejemplo bien ilustrativo de los esfuerzos que se han hecho en pos de atrapar a Frank en toda su magnitud. Además, ratifica un criterio que siempre he defendido: tuvimos una suerte enorme al tener por compatriotas a personas extraordinarias como Frank, Abel, Haydeé, Guillermo Sardiñas y tantos y tantos otros, quienes, por derecho propio, pertenecen al acerbo histórico de la humanidad.

Un día, no puedo precisar cual, pero sí que fue en el 2003, conocí de la existencia de este libro a través de un amigo, quien, algunas semanas después, facilitó mi primer encuentro con el autor. Monroy, entre otros textos, había consultado durante la etapa de investigación para su obra los escritos por mí, y, a partir de entonces, había querido conocerme y obsequiármela personalmente.

El saber que un autor español se había interesado sobre alguien tan nuestro como Frank, no dejaba de despertar mi curiosidad y, desde luego, mi admiración. Representaba, asimismo, la confirmación a mi tesis respecto a que la talla de muchos de nuestros mártires podía despertar un gran interés también en otros pueblos.

Cuando conocí al fin a Monroy, me impresionó su forma sencilla de manifestarse; pero, sobre todo, su veneración por Frank. Ya eso era más que suficiente para considerarlo un amigo. Luego, vendría la lectura de un tirón: su libro había sido escrito con un estilo fascinante y cautivador. Desde luego, nos percatamos de la presencia de algunos errores, que nada desdoraban la personalidad de Frank, y que podrían pasar inadvertidos para alguien que no hubiera estudiado tanto su figura. En una segunda conversación con el autor, le manifestamos nuestra opinión y contrajimos el compromiso de revisar su texto minuciosamente con vistas a una segunda reedición.

Con estas mismas aclaraciones, expresadas verbalmente, la primera edición española fue presentada en nuestro país, en el transcurso de un taller coordinado por el Grupo de Reflexión “Monseñor Arnulfo Romero”, desarrollado en el 2005.

Fue cuando Monroy me confió que su mayor anhelo era publicar su libro en Cuba. A partir de ese momento, nos dimos a la tarea de lograrlo. La comprensión y el interés por parte del Instituto del Libro fueron instantáneas, y sería la Editorial Caminos, del Centro Martin Luther King, Jr., la encargada de llevarlo a vías de hecho.

Frank País. Un líder evangélico en la revolución cubana representa una mirada desde otra perspectiva a la figura de Frank. Su autor se centra más en lo espiritual y religioso del biografiado, y aporta detalles relacionados con Francisco Pesqueira y Rosario García, progenitores de Frank.

Los distintos autores que habíamos escrito con anterioridad sobre este grande de nuestra historia, aunque no dejábamos de mencionar el papel de la religiosidad y espiritualidad en su vida y obra, quizás, nos dejábamos arrastrar más por el organizador, por el revolucionario: por todas esas cualidades que lo convirtieron en un artífice de la lucha clandestina. Era indiscutible, que el hombre de acción era quien nos había seducido; pero, además, siempre lo mirábamos desde dentro. De ahí que la óptica de Monroy, colocado por fuerza en otro angulado y a partir una cierta distancia, resulta enriquecedora y necesaria.

Otro elemento valioso reflejado en su libro es que Monroy no sólo es un prestigioso intelectual y periodista, sino, también, un hombre de iglesia; de ahí que estuviera mucho mejor dotado para entender algunos de los conflictos en que estuvo inmerso Frank cuando se vio ante la disyuntiva de escoger entre la Biblia y la pistola; o, simplemente, cuando comprendió que, en realidad, no había tal contradicción entre la acción y la fe.

Este libro, escrito con la honradez y sinceridad de alguien que ama y respeta nuestro país, nuestra historia y, en especial, a Frank, nos dará la oportunidad de un nuevo acercamiento a uno de nuestros mártires más queridos.

Juan Antonio Monroy, infatigable viajero; conferencista reclamado en gran número de universidades de todo el mundo; prolijo autor de más de treinta libros; hombre de iglesia, como ya anotáramos, y siempre solidario con los pobres del planeta —no solo de palabra, sino con gesto presto y desprendido—, pudo haber escrito sobre cualquier otro tema. Sin embargo, escogió la figura de Frank. Sabemos que recibió ofertas de publicar este libro en Miami. Sin embargo, Monroy no sólo las rechazó, sino que optó por reeditarlo en Cuba y hacer dejación de su derecho de autor.

Estoy segura de que cuando el lector cubano termine la lectura de esta la obra que ahora se pone a su alcance, se sentirá enormemente complacido por el sensible aporte que hace Juan Antonio Monroy a la bibliografía de uno de los hombres más extraordinarios de la historia de nuestro país.

Gracias, Monroy, por regalarnos este hermoso libro.
Gracias, Caminos, por poner en nuestras manos Frank País. Un líder evangélico en la revolución cubana.

CAMILO TORRES: REVOLUCIONARIO CRISTIANO

Camilo Torres Restrepo 1929-1966
http://www.filosofia.org/ave/001/a230.htm


Presbítero católico colombiano, prototipo del cura guerrillero y pionero de la teología de la liberación, este sacerdote fue adalid de esa estrategia triunfante que permitió a la Iglesia de Roma neutralizar en América los componentes materialistas y ateos de la izquierda revolucionaria de quinta generación, mediante la infiltración y el empeño en «bautizar» hasta el guevarismo, en los años previos a la descomposición final de la Unión Soviética, asegurando así la continuidad y el vigor de la presencia cristiana y católica en las democracias capitalistas hispanoamericanas tras el freno a la expansión de la «revolución latinoamericana». Como algunos revolucionarios marxistas vieron en Camilo Torres un táctico compañero de viaje, no es de extrañar que todavía hoy cierta izquierda extravagante le guarde alta consideración, reconocimiento que no se ha hecho público aún dentro de la propia organización clerical a la que sirvió (que ni siquiera le tiene abierta causa de beatificación).

Nació Jorge Camilo Torres Restrepo en Bogotá, el 3 de febrero de 1929, en el seno de una familia burguesa (hijo del afamado médico Calixto Torres Umaña y de Isabel Restrepo Gaviria). Vive sus primeros años en Europa (entre 1931 y 1934), y a partir de 1937, tras el divorcio de sus padres, en Bogotá con su madre, junto con su hermano Fernando Torres Restrepo [quien llegaría a ser reconocido médico, Profesor de Neurofisiología de la Universidad de Minnesota]. Realiza los estudios primarios en el Colegio Alemán, y los de secundaria en la Quinta Mutis de Bogotá. En 1946 se gradúa de bachiller en el Liceo Cervantes, y tras iniciar los estudios de derecho en la Universidad Nacional de Colombia, una firme vocación tardía –fenómeno casi epidémico en los años siguientes al final de la Segunda Guerra Mundial– le determina a abrazar el estado eclesiástico, ingresando en el Seminario Conciliar de Bogotá, donde permanece siete años, hasta ordenarse sacerdote católico en 1954.

Enviado a la Universidad Católica de Lovaina, cursa allí estudios de Sociología (se gradúa en 1958 como sociólogo con el trabajo Una aproximación estadística a la realidad socioeconómica de Bogotá, publicado en 1987 como La proletarización de Bogotá), y entabla en Bélgica relaciones con la Democracia Cristiana, en los años previos al Concilio Vaticano II, mientras menudeaban los debates sobre las virtudes y los riesgos del diálogo cristiano marxista, cuando en plena Guerra Fría se fraguaba el Conflicto chino soviético.

Vuelto en 1959 a América es nombrado Capellán auxiliar de la Universidad Nacional de Colombia. En 1960, junto con Orlando Fals, instaura en esa Universidad los estudios de Sociología, de los que fue profesor. Funda el Movimiento Universitario de Promoción Comunal (MUNIPROC), y ejercita la acción social en barrios populares y obreros de Bogotá, como el barrio Tunjuelito. Como Capellán universitario fue activo defensor de las reformas revolucionarias que introdujo el Concilio Vaticano II, como que el sacerdote actuara en la misa de frente al público, sin dar la espalda a su rebaño, o decir la misa en español, una vez consumado el abandono del latín buscando una mayor participación de los católicos en sus rituales. Colabora con el Instituto Colombiano para la Reforma Agraria (INCORA) y con la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP) de Colombia.

Pero al Arzobispo de Bogotá, recién creado Cardenal, Luis Concha Córdoba (1891-1975), le parece excesivo el activismo del Capellán Camilo Torres, y le pide que renuncie a sus actividades en la Universidad Nacional, encomendándole en 1962 la cura de almas en la Parroquia de Veracruz.

En 1963 preside el Primer Congreso Nacional de Sociología, celebrado en Bogotá, al que presenta su estudio La violencia y los cambios socioculturales en las áreas rurales colombianas. En 1964 publica La desintegración social en Colombia está gestando dos subculturas. Es relevado oficialmente de su puesto de vicario-coadjutor de la parroquia de Veracruz. Participa activamente en el VII Congreso Latinoamericano de Sociología y se reincorpora a la Facultad de Sociología en calidad de profesor asociado. Promueve la creación de la Cooperativa de Desarrollo Comunal del Yopal.

A comienzos de 1965 su Cardenal Arzobispo le nombra miembro de la Comisión Arquidiocesana de Sociología Religiosa. En una intervención en Medellín propugna la unión y organización de la juventud mediante una Plataforma para un movimiento de unidad popular. Presenta en la Universidad de Bogotá la Plataforma del Frente Unido del Pueblo colombiano y pide a los estudiantes organizarse para luchar «con armas iguales» contra las fuerzas del orden, encabezando una marcha silenciosa hasta el Cementerio Central en homenaje al estudiante caído. Logra una vertiginosa presencia política: conferencias en Manizales, Cartago, Pereira, Ibagué, Medellín y Bogotá. Participa en Lima en el II Congreso Bolivariano de desarrollo de la comunidad.

En julio de 1965 viaja clandestinamente a Santander y toma contacto con Fabio Vázquez Castaño, máximo dirigente del Ejército de Liberación Nacional (ELN), que inspirado en el M-26 cubano se había levantado en armas en 1964, procedente de la Juventud del Movimiento Revolucionario Liberal (JMRL), del Movimiento de Obreros, Estudiantes y Campesinos (MOEC) y residuos de grupúsculos armados liberales anteriores. (El cura Camilo Torres prefirió acercarse al ELN y no al revolucionario Bloque Sur del Partido Comunista de Colombia –marxista materialista ateo, no dialogante con cristianos–, que había constituido poco antes, también en 1964, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC.)

Renuncia a sus compromisos clericales orgánicos (pero no al sacerdocio, por supuesto) y en agosto de 1965 inicia la publicación del semanario Frente Unido, en cuyo primer número (Bogotá, 26 de agosto de 1965, página 3) inserta un «Mensaje a los Cristianos» absolutamente significativo:

Mensaje a los Cristianos
Las convulsiones producidas por los acontecimientos políticos, religiosos y sociales de los últimos tiempos, posiblemente han llevado a los cristianos de Colombia a mucha confusión. Es necesario que en este momento decisivo para nuestra historia, los cristianos estemos firmes alrededor de las bases esenciales de nuestra religión.
Lo principal en el Catolicismo es el amor al prójimo. «El que ama a su prójimo cumple con su ley.» (San Pablo, Romanos XIII, 8). Este amor, para que sea verdadero, tiene que buscar eficacia. Si la beneficencia, la limosna, las pocas escuelas gratuitas, los pocos planes de vivienda, lo que se ha llamado «la caridad», no alcanza a dar de comer a la mayoría de los hambrientos, ni a vestir a la mayoría de los desnudos, ni a enseñar a la mayoría de los que no saben, tenemos que buscar medios eficaces para el bienestar de las mayorías.
Esos medios no los van a buscar las minorías privilegiadas que tienen el poder, porque generalmente esos medios eficaces obligan a las minorías a sacrificar sus privilegios. Por ejemplo, para lograr que haya más trabajo en Colombia, sería mejor que no se sacaran los capitales en forma de dólares y que más bien se invirtieran en el país en fuentes de trabajo. Pero como el peso colombiano se desvaloriza todos los días, los que tienen el dinero y tienen el poder nunca van a prohibir la exportación del dinero, porque exportándolo se libran de la devaluación.
Es necesario entonces quitarles el poder a las minorías privilegiadas para dárselo a las mayorías pobres. Esto, si se hace rápidamente, es lo esencial de una revolución. La Revolución puede ser pacífica si las minorías no hacen resistencia violenta. La Revolución, por lo tanto, es la forma de lograr un gobierno que dé de comer al hambriento, que vista al desnudo, que enseñe al que no sabe, que cumpla con las obras de caridad, de amor al prójimo, no solamente en forma ocasional y transitoria, no solamente para unos pocos, sino para la mayoría de nuestros prójimos. Por eso la Revolución no solamente es permitida sino obligatoria para los cristianos que vean en ella la única manera eficaz y amplia de realizar el amor para todos. Es cierto que «no haya autoridad sino de parte de Dios» (San Pablo, Romanos XXI, 1). Pero Santo Tomás dice que la atribución concreta de la autoridad la hace el pueblo.
Cuando hay una autoridad en contra del pueblo, esa autoridad no es legítima y se llama tiranía. Los cristianos podemos y debemos luchar contra la tiranía. El gobierno actual es tiránico porque no lo respalda sino el 20% de los electores y porque sus decisiones salen de las minorías privilegiadas.
Los defectos temporales de la Iglesia no nos deben escandalizar. La Iglesia es humana. Lo importante es creer también que es divina y que si nosotros los cristianos cumplimos con nuestra obligación de amar al prójimo, estamos fortaleciendo a la Iglesia.
Yo he dejado los privilegios y deberes del clero, pero no he dejado de ser sacerdote. Creo que me he entregado a la Revolución por amor al prójimo. He dejado de decir misa para realizar ese amor al prójimo, en el terreno temporal, económico y social. Cuando mi prójimo no tenga nada contra mí, cuando haya realizado la Revolución, volveré a ofrecer misa si Dios me lo permite. Creo que así sigo el mandato de Cristo: «Si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconciliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda» (San Mateo V, 23-24).
Después de la Revolución los cristianos tendremos la conciencia de que establecimos un sistema que está orientado por el amor al prójimo.
La lucha es larga, comencemos ya...
Camilo Torres.»

El segundo número del semanario Frente Unido (Bogotá, 2 de septiembre de 1965) ofrece, como era de esperar tras el mensaje a los cristianos del primer número, su «Mensaje a los Comunistas»:

Mensaje a los Comunistas
Las relaciones tradicionales entre los cristianos y los marxistas, entre la Iglesia y el Partido Comunista pueden hacer surgir sospechas y suposiciones a las relaciones que en el Frente Unido se establezcan entre cristianos y marxistas y entre un sacerdote y el Partido Comunista.
Por eso creo necesario que mis relaciones con el Partido Comunista y su posición dentro del Frente Unido queden muy claras ante el pueblo colombiano.
Yo he dicho que soy revolucionario como colombiano, como sociólogo, como cristiano, como sacerdote. Considero que el Partido Comunista tiene elementos auténticamente revolucionarios y, por lo tanto, no puedo ser anticomunista ni como colombiano, ni como sociólogo, ni como cristiano, ni como sacerdote.
No soy anticomunista como colombiano, porque el anticomunismo se orienta para perseguir a compatriotas inconformes, comunistas o no, de los cuales la mayoría es gente pobre.
No soy anticomunista como sociólogo, porque en los planteamientos comunistas para combatir la pobreza, el hambre, el analfabetismo, la falta de vivienda, la falta de servicios para el pueblo, se encuentran soluciones eficaces y científicas.
No soy anticomunista como cristiano, porque creo que el anticomunismo acarrea una condenación en bloque de todo lo que defienden los comunistas y, entre lo que ellos defienden, hay cosas justas e injustas. Al condenarlos en conjunto, nos exponen a condenar igualmente lo justo y lo injusto, y eso es anticristiano.
No soy anticomunista como sacerdote, porque aunque los mismos comunistas no lo sepan, entre ellos pueden haber muchos que son auténticos cristianos. Si están de buena fe, pueden tener la gracia santificante y si tienen la gracia santificante y aman al prójimo se salvarán. Mi papel como sacerdote, aunque no esté en el ejercicio del culto externo, es lograr que los hombres se encuentren con Dios, y, para eso, el medio más eficaz es hacer que los hombres sirvan al prójimo de acuerdo a su conciencia.
Yo no pienso hacer proselitismo respecto de mis hermanos los comunistas, tratando de llevarlos a que acepten el dogma y a que practiquen el culto de la Iglesia. Pretendo, eso sí, que todos los hombres obren de acuerdo con su conciencia, busquen sinceramente la verdad y amen a su prójimo de forma eficaz.
Los comunistas deben saber muy bien que yo tampoco ingresaré a sus filas, que no soy ni seré comunista, ni como colombiano, ni como sociólogo, ni como cristiano, ni como sacerdote.
Sin embargo, estoy dispuesto a luchar con ellos por objetivos comunes: contra la oligarquía y el dominio de los Estados Unidos, para la toma del poder por parte de la clase popular.
No quiero que la opinión pública me identifique con los comunistas y por eso siempre he querido aparecer ante ella en compañía no solamente de estos, sino de todos los revolucionarios independientes y de otras corrientes.
No importa que la gran prensa se obstine en presentarme como comunista. Prefiero seguir mi conciencia a plegarme a la presión de la oligarquía. Prefiero seguir las normas de los Pontífices de la Iglesia antes que las de los pontífices de nuestras clases dirigentes. Juan XXIII me autoriza para marchar en unidad de acción con los comunistas, cuando dice en su encíclica Pacem in terris:
«Se ha de distinguir también cuidadosamente entre las teorías filosóficas sobre la naturaleza, el origen, el fin del mundo y del hombre, y las iniciativas de orden económico, social, cultural o político, por más que tales iniciativas hayan sido originadas e inspiradas en tales teorías filosóficas; porque las doctrinas, una vez elaboradas y definidas, ya no cambian, mientras que tales iniciativas encontrándose en situaciones históricas continuamente variables, están forzosamente sujetas a los mismos cambios. Además, ¿quién puede negar que, en dictados de la recta razón e intérpretes de las justas aspiraciones del hombre, puedan tener elementos buenos y merecedores de aprobación?»
«Teniendo presente esto, puede a veces suceder que ciertos contactos de orden práctico, que hasta aquí se consideraban como inútiles en absoluto, hoy por el contrario sean provechosos, o puedan llegar a serlo. Determinar si tal momento ha llegado o no, como también establecer las formas y el grado en que hayan de realizarse contactos en orden a conseguir metas positivas, ya sea en el campo económico o social, ya también en el campo cultural o político, son puntos que sólo puede enseñar la virtud de la prudencia, como reguladora que es de todas las virtudes que rigen la vida moral tanto individual como social.»
Cuando la clase popular se tome el poder, gracias a la colaboración de todos los revolucionarios, nuestro pueblo discutirá sobre su orientación religiosa.
El ejemplo de Polonia nos muestra que se puede construir el socialismo sin destruir lo esencial que hay en el cristianismo. Como decía un sacerdote polaco: «Los cristianos tenemos la obligación de contribuir a la construcción del estado socialista siempre y cuando se nos permita adorar a Dios como queremos.»
Camilo Torres.»

Los «mensajes» semanales del cura Torres irán destinados, en los siguientes números de Frente Unido a los Militares (nº 3, 9 de septiembre), a los No alineados (nº 4, 16 de septiembre), a los Sindicatos (nº 5, 23 de septiembre), a los Campesinos (nº 7, 7 de octubre), a las Mujeres (nº 8, 14 de octubre), a los Estudiantes (nº 9, 21 de octubre), a los Desempleados (nº 10, 28 de octubre), a los Presos políticos (nº 12, 18 de noviembre) y a la Oligarquía (extraordinario del 9 de diciembre de 1965).

En septiembre de 1965 recorre Colombia propugnando la abstención en las elecciones y participando en manifestaciones antigubernamentales en Cúcuta, San Gil, Barrancabermeja, Cali, Palmira, Buga, Ocaña, Bucaramanga, Medellín, Ibagué, Barranquilla... hasta la gran manifestación de octubre celebrada en la Plaza de Bolívar en Bogotá. Ese mismo mes, el «Mensaje a los Campesinos» que el cura Torres publica en el nº 7 de Frente Unido, contiene un curioso argumento de autoridad que permite mostrar el afrancesamiento ideológico (antiyanki, por supuesto) en el que se movían:

«El Gobierno dice que los campesinos iniciaron la violencia. Los campesinos dicen que fue el gobierno. En Francia intelectuales de todas las corrientes, después de haber investigado, dicen que los campesinos tienen la razón.
Yo quiero retar al gobierno, para que pida, si se atreve, una comisión investigadora a las Naciones Unidas, constituida por países neutrales para que juzguen los casos de Marquetalia, Pato, Guayabero y Río Chiquito.
Sabemos que la similitud del desembarco de los marines en Santo Domingo son los desembarcos del ejército colombiano, dirigidos por la misión militar norteamericana en las repúblicas independientes.»

En noviembre de 1965 decide trasladar su sacerdocio católico de la teoría revolucionaria a la práctica guerrillera, uniéndose al ELN (formado entonces por unos 60 miembros), en una decisión que sirvió para consolidar temporalmente el prestigio de los elenos frente al resto de las organizaciones insurgentes. En el número extraordinario del periódico Frente Unido que lleva fecha de 9 de diciembre de 1965 publica un «Mensaje a la Oligarquía» que termina con este párrafo que no deja lugar a dudas sobre el lugar que el autor se atribuye como voz autorizada del «Pueblo» (colombiano):

«Como último grito de alarma quiero decirles: Señores oligarcas, el Pueblo ya no les cree nada a ustedes. El Pueblo no quiere votar por ustedes. El Pueblo está harto y desesperado. El Pueblo no quiere ir a las elecciones que ustedes organicen. El Pueblo no quiere a Carlos ni Alberto Lleras ni a ninguno de ustedes. El Pueblo está sufriendo y resuelto a todo. El Pueblo sabe que ustedes también están resueltos a todo. Por eso les pido que sean realistas y que si quieren engañar al Pueblo con nuevas componendas políticas, no vayan a creer que el Pueblo les va a tener fe. Ustedes saben que la lucha irá hasta las últimas consecuencias. La experiencia ha sido tan amarga que el Pueblo ya está decidido a echar el todo por el todo. Desgraciadamente los oligarcas aislados, ciegos y orgullosos parecen no querer darse cuenta de que la revolución de las masas populares colombianas no parará ahora sino hasta lograr la conquista del poder para el Pueblo.»

Y en enero de 1966, ya «desde las montañas», se difunde su «Proclama al Pueblo colombiano», que alcanzó amplia difusión:

Proclama al Pueblo colombiano
Colombianos:
Durante muchos años los pobres de nuestra patria han esperado la voz de combate para lanzarse a la lucha final contra la oligarquía.
En aquellos momentos en los que la desesperación del pueblo ha llegado al extremo, la clase dirigente siempre ha encontrado una forma de engañar al pueblo, distraerlo, apaciguarlo con nuevas fórmulas que siempre paran en lo mismo: el sufrimiento para el pueblo y el bienestar para la casta privilegiada.
Cuando el pueblo pedía un jefe y lo encontró en Jorge Eliécer Gaitán, la oligarquía lo mató. Cuando el pueblo pedía paz, la oligarquía sembró el país de violencia. Cuando el pueblo ya no resistía más violencia y organizó las guerrillas para tomarse el poder, la oligarquía intentó el golpe militar para que las guerrillas, engañadas, se entregaran. Cuando el pueblo pedía democracia se le volvió a engañar con un plebiscito y un Frente Nacional que le imponían la dictadura de la oligarquía.
Ahora el pueblo ya no creerá nunca más. El pueblo no cree en las elecciones. El pueblo sabe que las vías legales están agotadas. El pueblo sabe que no queda sino la vía armada. El pueblo está desesperado y resuelto a jugarse la vida para que la próxima generación de colombianos no sea de esclavos. Para que los hijos de los que ahora quieren dar su vida tengan educación, techo, comida, vestido y, sobre todo dignidad. Para que los futuros colombianos puedan tener una patria propia, independiente del poderío norteamericano.
Todo revolucionario sincero tiene que reconocer la vía armada como la única que queda. Sin embargo, el pueblo espera que los jefes, con su ejemplo y con su presencia, den la voz de combate.
Yo quiero decirle al pueblo colombiano que este es el momento. Que no le he traicionado. Que he recorrido las plazas de los pueblos y ciudades caminando por la unidad y la organización de la clase popular para la toma del poder. Que he pedido que nos entreguemos por estos objetivos hasta la muerte.
Ya todo está preparado. La oligarquía quiere organizar otra Comedia de elecciones, con candidatos que renuncian y vuelven a aceptar, con comités bipartidistas, con movimientos de renovación a base de Ideas y de personas que no sólo son viejas sino que han traicionado al pueblo. ¿Qué más esperamos, colombianos? Yo me he incorporado a la lucha armada. Desde las montañas colombianas pienso seguir la lucha con las armas en la mano, hasta conquistar el poder para el pueblo. Me he incorporado al Ejército de Liberación Nacional porque en él encontré los mismos ideales del Frente Unido. Encontré el deseo y la realización de una unidad por la base, la base campesina, sin diferencias religiosas ni de partidos tradicionalistas. Sin ningún ánimo da combatir a los elementos revolucionarios de cualquier sector, movimiento o partido. Sin caudillismos. Que buscan liberar al pueblo de la explotación, de las oligarquías y del imperialismo. Que no depondrá las armas mientras el poder no esté totalmente en manos del pueblo. Que en sus objetivos acepta la plataforma del Frente Unido.
Todos los colombianos patriotas debemos ponernos en pie de guerra. Poco a poco irán surgiendo jefes guerrilleros experimentados en todos los rincones del país. Mientras tanto debemos estar alerta. Debemos recoger armas y municiones. Buscar entrenamiento guerrillero. Conversar con los más íntimos. Reunir ropas, drogas y provisiones para prepararnos a una lucha prolongada.
Hagamos pequeños trabajos contra el enemigo, en los que la Victoria sea segura. Probemos a los que se dicen revolucionarios. Descartemos a los traidores. No dejemos de actuar, pero no nos impacientemos. En una guerra prolongada todos deberán actuar en algún momento. Lo que importa es que en ese preciso momento la revolución nos encuentre listos y prevenidos. No se necesita que todos hagamos todo. Debemos repartir el trabajo. Los militantes del Frente Unido deben estar a la vanguardia de la iniciativa y de la acción. Tengamos paciencia en la espera y confianza en la victoria final.
La lucha del pueblo se debe volver una lucha nacional. Ya hemos comenzado, porque la jornada es larga.
Colombianos: No dejemos de responder al llamado del pueblo y de la revolución.
Militantes del Frente Unido, hagamos una realidad nuestras consignas:
¡Por la unidad de la clase popular, hasta la muerte!
¡Por la organización de la clase popular, hasta la muerte!
¡Por la toma del poder para la clase popular, hasta la muerte!
Hasta la muerte, porque estamos decididos a ir hasta el final. Hasta la victoria, porque un pueblo desde que se entrega hasta la muerte siempre logra la victoria.
Hasta la victoria final, con las consignas del Ejército de Liberación Nacional.
Ni un paso atrás... ¡Liberación o muerte!
Camilo Torres Restrepo
Por el Ejército de Liberación Nacional, Fabio Vázquez Castaño, Víctor Medina Morón.
Desde las montañas, enero de 1966.»

Murió Camilo Torres Restrepo el 15 de febrero de 1966, en Patio Cemento, municipio de San Vicente de Chucurí (departamento de Santander), durante la primera acción armada en la que intervino, una emboscada que dispusieron unos 35 efectivos del ELN contra un destacamento del ejército colombiano. Y aunque lograron aniquilar a las tropas que cayeron víctimas de la emboscada, un militar herido pudo defenderse y neutralizar al bisoño cura guerrillero, que se había apresurado al ir a recoger las armas de los soldados que habían sorprendido y asesinado. Sepultado por el ejército en algún lugar clandestino, se desconoce hoy el paradero de sus restos, aunque el ELN no renuncia a recuperarlos para poderlos convertir en reliquia objeto de culto. (Como es natural, aunque Camilo Torres falleció en una sangrienta emboscada organizada por el ELN, el comunicado que esa organización difundió un par de meses después contaba las cosas a su manera: «...con profunda tristeza y un odio amargo contra la oligarquía, el Ejército de Liberación Nacional informa al Pueblo colombiano y a los revolucionarios del mundo de la muerte del gran líder revolucionario, Padre Camilo Torres Restrepo, acaecida el 15 de febrero de 1966, en un encuentro entre nuestras fuerzas y una expedición punitiva del ejército.»)

En pleno lanzamiento como icono revolucionario, más en la línea prochina que en la prosoviética, de la figura de este cura guerrillero colombiano, al cumplirse un año de su muerte, el primer número de la revista cubana Pensamiento Crítico se abría, en febrero de 1967, con un largo artículo de Camilo Torres Restrepo, «La violencia y los cambios sociales», con el que la Cuba exportadora de la revolución procuraba incorporar a su agitprop al violento presbítero católico, glosado de este modo:

«Camilo Torres. El héroe colombiano nació el 3 de febrero de 1929. Estudió en un liceo laico. Fue licenciado en Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Bogotá, haciendo estudios de post-graduado en las universidades de Lovaina y Minnesota. Por la simpatía que gozaba en los medios estudiantiles recibió el nombramiento de Capellán de la Universidad Nacional de Bogotá en marzo de 1959. Fue retirado de ese cargo en febrero de 1961, cuando se hicieron notorios sus primeros encuentros ideológicos con la jerarquía eclesiástica. Llegó a ser profesor de Metodología de la Investigación Sociológica y de Sociología Urbana en esa misma Universidad. A mediados de 1965 se incorpora el frente guerrillero del E. L. N. Muere en combate el 17 de febrero de 1966. Entre otros trabajos, dejó escritos los siguientes: Estudio de la Realidad Estadística y Social de Bogotá, La Asimilación del Inmigrante Rural a la Sociedad, &c. Una selección de sus mensajes y artículos políticos será publicada próximamente por Edición Revolucionaria.» (Pensamiento Crítico, La Habana, nº 1, febrero de 1967, pág. 158.)

El 16 de abril de 1967 un suplemento especial de la revista Tricontinental publicaba el famoso mensaje de Ernesto Che Guevara (que organizaba entonces en secreto la guerrilla en Bolivia): «Crear dos, tres... muchos Viet-Nam, es la consigna», en el que puede leerse: «En el marco de esa lucha de alcance continental, las que actualmente se sostienen en forma activa son sólo episodios, pero ya han dado los mártires que figurarán en la historia americana como entregando su cuota de sangre necesaria en esta última etapa de la lucha por la libertad plena del hombre. Allí figurarán los nombres del Comandante Turcios Lima, del cura Camilo Torres, del Comandante Fabricio Ojeda, de los Comandantes Lobatón y Luis de la Puente Uceda, figuras principalísimas en los movimientos revolucionarios de Guatemala, Colombia, Venezuela y Perú.»

Las consignas de Camilo Torres («El deber de todo cristiano es ser revolucionario, y el deber de todo revolucionario es hacer la revolución», «Los marxistas luchan por la nueva sociedad, y nosotros, los cristianos, deberíamos estar luchando a su lado», «Que no nos pongamos a discutir si el alma es mortal o es inmortal, sino pensemos que el hambre si es mortal y derrotemos el hambre para tener la capacidad y la posibilidad después de discutir la mortalidad o la inmortalidad del alma») y su ejemplo pasaron a ser referencia en tantas iniciativas idealistas, utópicas, espiritualistas y religiosas tendentes a neutralizar la revolución comunista en América mediante arreglos reformadores cristianos proclives a la socialdemocracia: el grupo de cristianos colombianos «Golconda», distintas irisaciones de la «teología de la liberación», curas guerrilleros confusos entre terrorismos e insurrecciones armadas, «Sacerdotes para el socialismo» chilenos colaboradores de Salvador Allende, el presbítero católico Ernesto Cardenal y el sandinismo de Nicaragua, &c.

En enero de 1968, entre las conclusiones que alcanzaron unos sacerdotes católicos delegados al Congreso Cultural de La Habana, leídas el 12 de enero por el mismísimo comandante Fidel Castro en su discurso de clausura, se declararon convencidos «de que el sacerdote Camilo Torres Restrepo, al morir por la causa revolucionaria dio el más alto ejemplo de intelectual cristiano comprometido con el pueblo» (Nosotros, sacerdotes católicos...).

Si notable y hasta cierto punto sorprendente –vistos los resultados para el marxismo de su diálogo con los cristianos– fue el ensalzamiento de Camilo Torres Restrepo en Cuba (abriendo la revista Pensamiento Crítico en 1967; dando su nombre al «Seminternado de Primaria Camilo Torres Restrepo» de La Habana, en cuya inauguración el Comandante Fidel Castro pronunció su discurso «La escuela del comunismo»; dando su nombre al «Policlínico Camilo Torres» en Santiago de Cuba, inaugurado por Fidel el 5 de enero de 1969, &c.) y en los entornos de la «revolución latinoamericana», no fue menor el interés que este cura guerrillero anticomunista suscitó, no sólo en los Estados Unidos de América del Norte, sino en los ambientes católicos progresistas de los atormentados germanos y en los de la España del tardofranquismo preautonómico, sobre todo en Barcelona: en 1968 la católica revista El Ciervo le dedicó un número extraordinario, y la editorial Nova Terra [la misma que publicaba ese mismo año el opúsculo de Manuel Sacristán, Sobre el lugar de la filosofía en los estudios superiores, 38 págs.] un par de libros: Camilo Torres, el cura que murió en las guerrillas. El itinerario del padre Camilo a través de sus escritos, su acción y su palabra, y la traducción al catalán de La revolucio, imperatiu cristia (edición de 1968 que prueba que bajo el régimen de Franco podían publicarse y se publicaban no sólo libros en catalán, sino hasta libros «revolucionarios»). Ofrecemos una selección bibliográfica de obras de y sobre Camilo Torres, ordenada cronológicamente, que podrá servir a un lector perspicaz para advertir una pequeña parte de los episodios que, tras el traspiés sufrido con el despistado Albino Luciani en 1978, lograron cuajar bajo el reinado del Karol Wojtyla, el Papa polaco que vio desmoronarse la Unión Soviética (otros puntales del anticomunismo triunfante, por ejemplo, entre los receptores del Premio Nobel de la Paz: Sajárov en 1975, Amnistía Internacional en 1977, Lech Walesa en 1983, Mijail Gorbachov en 1990, Rigoberta Menchú en 1992, &c.)


Selección bibliográfica cronológica de y sobre Camilo Torres Restrepo:

Camilo Torres Restrepo & Berta Corredor Rodríguez, Las escuelas radiofónicas de Sutatenza Colombia: evaluación sociológica de los resultados, Oficina Internacional de Investigaciones Sociales de Feres (Col. Estudios Sociológicos Latino-Americanos, nº 5), Friburgo 1961, 75 págs. (Pero impreso en Madrid, Sucesores de Rivadeneyra.)
Camilo Torres Restrepo, La revolución, imperativo cristiano, Ediciones del Caribe, Bogotá 1965.
El Padre Camilo Torres Restrepo (1956-1966), Centro Intercultural de Documentación, Cuernavaca, México 1966, 377 págs.
Monseñor Germán Guzmán Campos, Camilo: presencia y destino, SEP, Bogotá 1967; El Padre Camilo Torres. El Hombre y sus Obras, Siglo Veintiuno Editores, México 1968, 321 págs; 5ª ed. 1971. Versión en inglés: Camilo Torres (traducido del español por John D. Ring), Sheed and Ward, Nueva York 1969, 310 págs. Versión en alemán: Camilo Torres, Persönlichkeit und Entscheidung (traducido del español por Ilse Pérez & Harald Hildebrand), Union Verlag, Berlín 1969, 373 págs.; Kösel Verlag, Munich 1970, 343 págs; Schweizer Volks-Buchgemeinde, Lucerna 1971; Union Verlag, Berlín 1972, 377 págs. Versión en francés: Camilo Torres, le curé guérillero, Casterman, París 1968, 316 págs. Versión en italiano: Cattolicesimo e rivoluzione in America Latina: vita di Camilo Torres, Laterza, Bari 1968, 261 pags.
Camilo Torres, el cura que murió en las guerrillas. El itinerario del padre Camilo a través de sus escritos, su acción y su palabra, Editorial Nova Terra (Col. El Sentido de la Historia, nº 3), Barcelona 1968, 297+3 págs.
Camilo Torres, La revolucio, imperatiu cristia, Editorial Nova Terra (Col. L'home nou), Barcelona 1968, 134 págs.
Horacio Bojorge S. J. y otros, Retrato de Camilo Torres («La circunstancia latinoamericana», por Horacio Bojorge [Montevideo 1934, Jesuita], Hildegard Goss-Mayr [Viena 1930, ideóloga cristiana de la 'no-violencia' y de la 'reconciliación'], Pedro Pérez-Medrano [español], Gonzalo Alfonso Pineda [colombiano], «Perfil de Camilo Torres» por Juan Gomis), El Ciervo, revista mensual, nº 171 bis, especial mayo 1968, Barcelona 1968, 122 págs. En libro: Grijalbo (Colección 70), Barcelona 1969, 158 págs; versión brasileña por Religiao e Sociedade, Edicao do Autor 1968, 186 págs.
Norberto Habegger, Camilo Torres, el cura guerrillero (prólogo de Alejandro Mayol), A. Peña Lillo, Buenos Aires 1967, 312 págs.
Carlos H. Pareja, El Padre Camilo, el cura guerrillero. Cuatro ensayos sobre la lucha entre el pueblo y la oligarquía en la historia de Colombia [1. Los Comuneros: Galán, 1781; 2. Nariño el rebelde, 1814; 3. Jorgo Eliécer Gaitán, 1948; 4. El Padre Camilo Torres, 1966], Nuestra América, México 1968, 262 págs.
Camilo Torres, Ecrits et Paroles, Seuil, París 1968, 319 págs. (traducción de Didier Coste, Jean-Michel Fossey & Henri de la Vega).
Camilo Torres, revolução na America Latina, Editôra Mensageiro da Fé, Salvador 1968, 220 págs.
Camilo Torres, Liberazione o morte. Antologia deglo scritti, Prefazione all'edizione italiana di Gian Mario Albani, Feltrinelli, Milán 1968, 160 págs.
John Alvarez García & Christian Restrepo Calle, Camilo Torres: Priest and Revolutionary. The text of his political programme and of his messages to the Colombian people (traducido del español por Virginia M. O'Grady, con un prefacio de Dorothy Day), Sydney Sheed & Ward, Londres 1968, 128 págs.
John Alvarez García & Christian Restrepo Calle, Camilo Torres: his life and his message. The text of his original platform and all his messages to the Colombian people, Templegate Publishers, Springfield 1968, 128 págs.
Carlos Delgado Fernández, Camilo Torres, primer revolucionario de América Hispana, Bogotá 1968?, 99 págs.
Camilo Torres, Revolutionary writings, Herder and Herder, Nueva York 1969, 207 págs.
Elena Hochman & Heinz Rudolf Sonntag, Christentum und politische Praxis: Camilo Torres, Suhrkamp Verlag, Frankfurt 1969, 136 págs.
Hildegard Lüning, Camilo Torres. Priester Guerrillero. Darstellung, Analyse, Dokumentation, Furche Verlag, Hamburgo 1969, 168 págs. 2ª ed. 1970.
Wim Hornman, Der Guerilla-Priester. Roman um Camilo Torres, Herder Verlag, Friburgo de Brisgovia 1969, 522 págs. Evangelische Verlagsanstalt, Berlín 1969, 414 págs; Berlín 1974, 415 págs. En holandés: De rebel, roman over Camilo Torres, J. H. Gottmer, Haarlem 1968, 320 págs. La Haya 1970, 320 págs. En inglés: The Stones Cry Out: A Novel of Camilo Torres, Lippincott, Filadelfia 1971.
Francisco de P. Jaramillo, Camilo, 8 ensayos apasionados, Revista Colombiana (Col. Populibro, nº 35), Bogotá 1970, 139 págs.
Ulises Casas, La rebelión latinoamericana: de Tupac Amarú y José Antonio Galán al Che Guevara y Camilo Torres Restrepo, Bandera Azul, Bogotá, 3ª ed., aprox. 1970, 288 págs.
John Gerassi (ed.), Revolutionary Priest. The Complete Writings and Messages of Camilo Torres, Random House, Vintage Books, Nueva York 1971, 460 págs. (Traducciones por June de Cipriano Alcántara, Angela Boyer, Robert Olsen, Linda Day, John D. Ring, Juan Tituo y colaboradores anónimos de OSPAAAL, Organización de Solidaridad con los Pueblos de Asia, África y América Latina.)
Maurice Zeitlin (ed.), Father Camilo Torres Revolutionary Writings, Harper Colophon Books, Nueva York 1972, 371 págs.
Olga de Caycedo, El padre Camilo Torres o la crisis de madurez de América, Aura (Col. Presencia y Documento), Barcelona 1972, 462 págs.
Manuel Maldonado Denis, Semblanza de cuatro revolucionarios: Albizu, Martí, Che Guevara y Camilo Torres, Río Piedras (Col. Diálogo, nº 9), Puerto Rico 1973, 129 págs.
Walter Joseph Broderick, Camilo Torres, el cura guerrillero, Grijalbo (Col. Nuevo Norte, nº 19), Barcelona 1977, 390 págs.
Camilo Torres Restrepo: el cristiano, el sacerdote, el sociólogo y el revolucionario al servicio del amor eficaz por la causa del pueblo, Dimensión Educativa, Bogotá 1982, 191 págs.
Héctor Gally (selección y prólogo), Camilo Torres, sacerdote y guerrillero: revolución popular, imperativo de cristianos y marxistas, Ediciones Unidad, Buenos Aires 1986, 164 págs.
Gustavo Pérez Ramírez, Camilo Torres Restrepo: profeta de nuestro tiempo (colaboración de Jaime Díaz Castañeda, aporte de Fernando Torres Restrepo), Indo-American Press Service, Santafé de Bogotá 1996, 390 págs.

Textos de Camilo Torres Restrepo en el Proyecto filosofía en español:
1963 La violencia y los cambios sociales

EL "CHE": ÓPTICA CRISTIANA

9 Octubre 2007
Ernesto “Che” Guevara desde una óptica cristiana
Por: Daniel E. Benadava
ALC

Un sucinto análisis comparativo entre algunos de los puntos que conforman la doctrina cristiana y las que, quizás, fueron las ideas mas significativas de Ernesto “Che” Guevara, que murió el 9 de octubre de 1967 en La Higuera, Bolivia, posibilitará demostrar que detrás de este personaje latinoamericano existió una verdadera actitud cristiana frente a los mas necesitados.

Paz y Lucha Armada en la Doctrina Cristiana

Seguramente la principal idea que marcó toda la vida del “ Che ” fue el anhelo de que todos los pueblos oprimidos adquiriesen una verdadera libertad social, económica y política. Para alcanzar este fin Guevara vislumbraba dos caminos posibles:

* la vía electoral que, según Guevara, era la posibilidad menos factible ya que suponiendo que las fuerzas revolucionarias llegasen al poder gracias al voto popular, cuando quisieran realizar transformaciones sociales profundas chocarían contra el brazo armado de la clase dominante, es decir el ejercito, y el gobierno democrático revolucionario sería derrocado;

* la revolución armada que, de acuerdo al “ Che ”, era un camino inevitable que no estaba determinado por la voluntad del revolucionario sino que estaba condicionado por la espantosa situación de explotación en la que el imperialismo había sumergido a millones de hombres y mujeres, y por la incansable lucha de los pueblos subyugados por alcanzar su libertad.

De esta manera, según la visión de Guevara, que el “parto” que trae a las masas esclavizadas y explotadas la esperanza de una vida mejor fuese pacífico, o doloroso, no dependía del revolucionario sino de la resistencia – o no - de las fuerzas reaccionarias en dejar nacer un nuevo mundo.

En relación a la lucha armada debe tenerse en claro que desde la perspectiva cristiana, como bien lo expresó Pablo VI, en el pto. 31 de su Enc. Populorum Progressio, las revoluciones en líneas generales engendran nuevas injusticias, introducen nuevos desequilibrios y excitan a los hombres a nuevas ruinas; y solo serían “ admisibles ” las insurrecciones en el caso de que, no habiendo alternativa pacífica alguna para producir cambios sociales, exista una tiranía evidente y prolongada que atentase gravemente contra los derechos fundamentales de la persona y dañase peligrosamente el bien común de la población.

Ahora bien, además de las consideraciones anteriores, fue también Pablo VI quién, en el Mensaje por la Jornada de la Paz que brindó el 1 de enero de 1968, planteó que “… es de augurar que la exaltación del ideal de la paz no favorezca la cobardía de aquellos que temen deber dar la vida al servicio del propio país y de los propios hermanos cuando éstos están empeñados en la defensa de la justicia y de la libertad, y que buscan solamente la huida de la responsabilidad y de los peligros necesarios para el cumplimiento de grandes deberes y empresas generosas: paz no es pacifismo, no oculta una concepción vil y negligente de la vida, sino proclama los más altos y universales valores de la vida: la verdad, la justicia, la libertad, el amor … ” .

Como se puede apreciar, tanto desde el punto de vista político como religioso este es un tema difícil de abordar en especial en continentes como América Latina, en donde el subdesarrollo es una injusta situación promotora de tensiones que conspiran contra la paz social.

Socialización de las Riquezas según el Cristianismo.
Según Guevara los pueblos subdesarrollados, a los que el “Che” comparaba con enanos de cabeza enorme y tórax henchido cuyas débiles piernas y sus cortos brazos no armonizaban con el resto de su anatomía, eran colonias dependientes del imperialismo con economías distorsionadas basadas en la producción de materias primas, el monocultivo, el desempleo y los bajos salarios.

De acuerdo al “ Che ” los pueblos subdesarrollados no debían caer en la tentación de construir sociedades de beneficencia o regímenes utópicos basados en la bondad del hombre para solucionar sus males, sino que para enfrentar los mismos debían con urgencia socializar los bienes existentes; distribuir equitativamente todas las riquezas de la sociedad; y crear una producción de tipo social en la que el fruto del trabajo humano sea beneficioso para la comunidad en su conjunto y no solo para unos pocos.

Quizás estos puntos sean los menos “conflictivos” para analizar desde la doctrina cristiana ya que, por ejemplo, fue en el Conc. Vat. II – en el pto. 69 de la Const. Gaudium et spes – donde se planteó que mas allá de las diferentes formas de propiedad existentes propias de cada pueblo, nunca se debía perder de vista el destino universal de los bienes existentes en toda la comunidad.

Así mismo fue Pablo VI quién planteó, en el pto. 23 de su Enc. Populorum Progressio, que no existe razón valedera alguna para que una persona reserve en uso exclusivo lo que supera la propia necesidad cuando al resto de la humanidad le falta lo necesario para vivir dignamente.

Y en relación a este tema también fué el Episcopado Argentino quién, en el año 1956, sostuvo que entre el derecho a la propiedad privada y el derecho a la vida, este último es mas fundamental y, por ende, debe tener precedencia en caso de conflicto entre ambos derechos.

Soberanía Nacional desde la visión Cristiana.
A lo largo de toda su vida el “ Che ” siempre tuvo la esperanza de que, en un futuro no lejano, existiera una auténtica soberanía de los países colonizados a partir de la cual ellos pudiesen crear libremente políticas exteriores independientes de la interferencia de las potencias internacionales.

Esta preocupacón tampoco resulta ajena al cristianismo ya que para el mismo, como lo planteó Pio XI en el pto 40 de su Enc. Quadragessimo anno, desdichadamente la mayoría de las relaciones entre las naciones están dominadas por el internacionalismo económico, es decir por el imperialismo del capital para el cual la patria está donde existe ganancia.

Y, frente a esta dramática situación que genera el empobrecimiento de sectores cada vez mas mayoritarios de la población mundial, fué en el Conc. Vat. II, en el pto. 9 de la Const. Gaudium et spes, donde se dijo que el género humano en su conjunto tiene la apremiante obligación de crear un nuevo orden político económico y cultural en el que las naciones subdesarrolladas puedan participar plenamente de los bienes de la civilización moderna, tanto en el plano político como en el orden económico; y tengan la posibilidad de relacionarse y comerciar libremente con quienes ellos decidan.

Breve conclusión.
Como se habrá podido apreciar, lo desarrollado en los párrafos anteriores bajo ningún punto de vista buscaron proponer la “ santificación ” de Guevara ni tampoco analizar el desarrollo de la revolución cubana en la que él fue protagonista.

Por el contrario, el análisis realizado hasta aquí buscó “ demostrar ” que gran parte de la vida y obra del “Che” fue bastante congruente con la doctrina cristiana, ya que al haber puesto su propia vida a disposición de la lucha por la liberación de los pueblos oprimidos, y al haber trabajado a favor de la Justicia y la Solidaridad, valores en los que es posible vislumbrar la imagen de Cristo, adoptó aún sin él ser conciente de ello, con aciertos y errores, una actitud profundamente cristiana frente a los mas necesitados.

Quizás el motivo por el cual el “Che” nunca haya reconocido esta cuestión se encuentre relacionada o bien con el desconocimiento de la doctrina cristiana o, en su defecto, con que - como tantos otros socialistas - no haya alcanzado a comprender que, como decía el Padre Carlos Mugica, Marx – a quién Guevara admiraba - nunca criticó a la fe desde un punto de vista filosófico sino que lo hizo desde una perspectiva histórica, es decir, no criticó a la religión en sí sino a la particular manifestación de la religión de su época.

En resumen, y por lo expuesto hasta aquí, quizás no resulte exagerado plantear que se puede entrever en Ernesto “ Che ” Guevara una figura cristiana que, con desaciertos y virtudes, trabajó y luchó por la construcción de un mundo más fraternal y justo, tarea en la que también la Iglesia de Cristo Pobre debe estar comprometida.

EVANGÉLICOS EN CUBA

06/18/09 - Associated Press -
Evangélicos cubanos preparan culto masivo en estadio

Por: Andrea Rodriguez

LA HABANA -- Las iglesias evangélicas cubanas realizarán un culto masivo en un estadio, una jornada de trabajo social voluntario y seminarios de reflexión teológica para conmemorar el décimo aniversario de una celebración religiosa celebrada en la Plaza de la Revolución.

Se espera entre 10.000 y 20.000 personas acudan el 11 de julio al estadio Pedro Marrero de esta capital, informó el jueves durante una conferencia de prensa el presidente del Consejo de Iglesias de Cuba, reverendo Marcial Miguel Hernández.

"Todo el espectro religioso del país está invitado, incluso los no evangélicos", indicó el pastor, quien aseguró que se había cursado invitación también a la Iglesia Católica.

Además de conseguir el permiso para realizar su liturgia, Hernández indicó que se solicitó la cobertura de la televisión cubana (estatal) y "todo parece indicar que estarán" allí, agregó.

La concentración recordará una similar realizada en la Plaza de la Revolución en junio de 1999 y que marcó la normalidad entre las distintas denominaciones evangélicas con las autoridades, tras algunos años difíciles al comienzo de la revolución en la década de los 60.

Meses antes, en enero del 98, se había producido la visita del Papa Juan Pablo II a la isla. Los católicos apostólicos no forman parte del Consejo de Iglesias de Cuba.

Los festejos en esta ocasión comenzarán en realidad a partir de la próxima semana con la apertura de un seminario de reflexión teológica en la provincia de Matanzas, al centro del país al que asistirán varios invitados de otros países y que se desarrollará hasta el 26 de junio.

El 27 se realizará una "trabajo voluntario" de miembros de las iglesias precisamente en el estadio que quedará remozado para la convocatoria del día 11 de julio, explicó Hernández.

Mientras tanto en las provincias también se realizarán cultos locales. Según el reverendo, los evangélicos en Cuba suman unos 600.000 creyentes.

El Consejo de Iglesias de Cuba está formado por unas 47 iglesias y movimientos ecuménicos (dos de ellos como observadores) que van desde los protestantes de las denominaciones llamadas "históricas" como presbiterianos, metodistas y bautistas hasta los ortodoxos griegos.

Hernández se mostró satisfecho con la relación actual de los evangélicos con las autoridades.

"El consejo de Iglesias es un interlocutor entre el Estado y las Iglesias... nuestra filosofía es de respeto a las autoridades (cubanas)", expresó el reverendo quien además indicó que se siente "agradecido por la obra social" que hizo la revolución especialmente en materia de educación de los ciudadanos.

FIDEL CASTRO Y EL APOCALIPSIS

La noche que enseñé el Apocalipsis a Fidel Castro
Septiembre 8, 2008 by Juan Stam

Por: Juan Stam http://www.biblia.com/apocalipsis-a-fidel-castro/
Teólogo Costaricense y autor de Las Buenas Nuevas de la Creación. El profesor Stam también es conferencista.

Corría el mes de octubre del año 2002 y me encontraba en la Habana participando en un encuentro teológico sobre la Reforma protestante. Una noche, al final de la jornada del día, nuestro líder nos pidió a todos sentarnos porque tenía un aviso. Fidel Castro nos había invitado para una entrevista esa misma noche, desde las once horas hasta las dos de la madrugada.

Entramos en la sala, saludamos a Fidel y sacamos fotos. La sala era bastante larga pero muy angosta, y me tocó sentarme a un extremo. Al principio Fidel hablaba en voz baja y no pude oír todo bien. Pero de repente me di cuenta de que Fidel estaba haciendo preguntas sobre el Apocalipsis: “Ustedes que son pastores”, nos dijo, “Cómo entienden el libro del Apocalipsis”. Parecía que lo había estado leyendo. Con mucho respeto nos preguntaba, “¿Qué pasa con los derechos humanos, cuando se mata tanta gente que parece un genocidio? ¿Y cómo explicar ecológicamente la destrucción de los bosques y mares?” Eran buenas preguntas, pero difíciles y Fidel esperaba una respuesta.
Como algunos del grupo sabían de mis escritos sobre el Apocalipsis, le dijeron a Fidel, “Mira, Fidel, ahí está alguien que te lo puede aclarar”. Jamás había yo esperado tal situación, pero de repente me encontraba con la pelota entre mis pies, a ver si se podría lograr “un gol del Espíritu Santo”, como suele decir nuestro querido amigo, Pablo Richard. Envié una plegaria al Todopoderoso, traté de organizar mis ideas, y comencé a responder a sus preguntas.

Como la palabra “apocalipsis” tiene tan mala fama, comencé con aclararle a Fidel que esa palabra no significa catástrofe, hecatombe o calamidad, sino “la manifestación (el significado de “Apocalipsis”) de esperanza en Cristo Jesús”. Fidel se mostró sorprendido y comentó, “Entonces, hay un problema semántico con ese término”. ¡Exacto! Pude ver que tenía un buen alumno.

Después señalé que la mayor parte del Apocalipsis son visiones, y las visiones hay que saber interpretarlas. Pueden ser literales y futuras, pero no necesariamente y no siempre. Pero siempre son mensajes de Dios a los impíos, llamándoles a la conversión. Por eso el libro dice varias veces, después de unas visiones muy fuertes, “y sin embargo, no se arrepintieron”. Muchas visiones, como las de quemar una tercera parte de los bosques, cambiar las aguas en sangre o matar una tercera parte de la humanidad, no son predicciones de cosas que Dios va a hacer en el futuro. Son más bien un llamado a la conciencia.

Terminé mi respuesta con señalar las fuertes críticas que Juan de Patmos lanza contra el imperio romano, sobre todo por sus injusticias económicas, su sangriento militarismo y su idolatría. Yo había escrito mucho sobre eso, y ahora sentí que Dios me había estado preparando para decírselo a una de las personas más importantes de nuestro tiempo, en esa inesperada oportunidad. Cuando terminé la explicación, Fidel comentó, “Usted tiene mucha razón, veo que los jesuitas me enseñaron mal el Apocalipsis”. (Eso último en broma, porque él había estudiado con los jesuitas).

A mediados de la entrevista le hablamos a Fidel de nuestra fe en el Dios de amor, de la vida y de la justicia. Muchos ateos, dijimos, están rechazando a un “dios” falso, que no es el Dios verdadero. A eso respondió Fidel, “Por supuesto, la fe es un asunto personal que tiene que nacer de la conciencia de cada persona. Pero el ateísmo no debe ser una bandera”.

A eso de las dos de la madrugada, Fidel se disculpó porque tenía otro compromiso, pero dijo que tenía una última pregunta: “Veo que ustedes son evangélicos. Explíquenme que significa eso, quien sabe si soy uno sin darme cuenta”. Nuestro líder, Israel Batista, no despreció tan oportuna invitación. Se mostró al nivel del desafío, y expuso el evangelio en términos que Fidel iba a poder entender bien. Al final de su exposición propuso que nos pusiéramos en pie para orar. Fidel también se puso de pie, e Israel nos dirigió en oración.

Al salir de la sala, miembros del protocolo de Fidel me pidieron enviar escritos sobre el tema y me aseguraron que Fidel lo leería. El día siguiente tuvimos la tradicional visita con el director de relaciones religiosas del gobierno, un señor Balaguer, y comenzó la sesión comentando, “Me dicen que tuvieron una conversación muy interesante anoche sobre el Apocalipsis, y yo también tengo una pregunta”. Creo que todo esto es representativo de un gran interés en el Apocalipsis y, en general, en la palabra de Dios.

¡Oremos por Cuba, hermanos y hermanas, y por los demás países de nuestro continente en esta coyuntura decisiva!

(Agradezco a Carmelo Álvarez haberme ayudado a recordar esta conversación con Fidel.)