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sábado, 25 de agosto de 2012

La Iglesia en la Sociedad

Una Perspectiva Luterana

Este pronunciamiento para la enseñanza social fue adoptado por más de dos tercios de los votos en la segunda Asamblea General bienal de la Iglesia Evangélica Luterana en América, Orlando, Florida, 28 de agosto al 4 de septiembre de 1991.
La Iglesia Evangélica Luterana en América está llamada a ser parte de la Iglesia ecuménica de Cristo en el contexto donde Dios la ha situado—una sociedad global diversa, dividida, y amenazada, en un hermoso, frágil planeta. En fidelidad a su llamado, esta iglesia está comprometida a defender la dignidad humana, acompañar a los pobres e indefensos, abogar por la justicia, trabajar por la paz, y a encomendarse al cuidado del planeta en los procesos y las estructuras de la sociedad contemporánea.
Este pronunciamiento, La iglesia en la sociedad: una perspectiva luterana, expone afirmaciones y compromisos que buscan guiar la participación de esta iglesia en la sociedad. Procura ser fiel al mandato de esta iglesia de confesar y enseñar tanto la ley y el evangelio como la palabra íntegra del Dios trino. Esta iglesia da testimonio del Dios viviente—Padre, Hijo, y Espíritu Santo—quien con amor crea, juzga y preserva al mundo, y lo redime, santifica y conduce hacia la plenitud en el reinado de Dios.
Afirmaciones
El evangelio y la iglesia
La iglesia, el pueblo de Dios bautizado, es creado por el Espíritu Santo a través del evangelio para proclamar y seguir al Mesías crucificado de Dios. Como la asamblea de los niños, jóvenes, hombres y mujeres que escuchan, creen, y reciben al Cristo viviente en la Palabra y los Sacramentos, la iglesia testimonia en palabra y acción a Jesús como Señor y Salvador.
La proclamación del evangelio como la buena noticia de la salvación de Dios dada en la vida, muerte, y resurrección de Jesús, distingue a la iglesia de toda otra comunidad. El evangelio libera del pecado, la muerte, y el mal, y promueve en la iglesia la atención y el cuidado del prójimo y de la creación.
El testimonio de esta iglesia en la sociedad emana de su identidad como comunidad que vive de, y para, el evangelio. La fe es activa en el amor; el amor busca la justicia en las relaciones y estructuras sociales. Es en respuesta agradecida a la gracia de Dios en Jesucristo que esta iglesia lleva a cabo su responsabilidad por el bienestar de la sociedad y el medio ambiente.
La Palabra y los Sacramentos son el fundamento que da origen a la misión de esta iglesia en el mundo a través de sus miembros bautizados, congregaciones, sínodos, la estructura global de la iglesia, organizaciones de mini-sterio social, e instituciones educativas. A través de la predicación, la enseñanza, los sacramentos, las Escrituras, y "la conversación y consolación mutua,"1 la iglesia es reunida y configurada por el Espíritu Santo a fin de ser una presencia servicial y liberadora en el mundo. Al orar por la paz del mundo entero, e intercediendo por aquellos que sufren y los que ejercen la autoridad, la iglesia sirve al mundo. La iglesia agradece a Dios por las bendiciones conferidas en la creación, y ruega ser habilitada y capacitada para realizar la voluntad de Dios en la sociedad.
La iglesia universal
La Iglesia Evangélica Luterana en América es parte de la iglesia "una, santa, católica y apostólica." Su testimonio en la sociedad es informado por la historia y las diversas tradiciones teológicas de la única iglesia de Jesucristo. Los sufrimientos y las esperanzas de las iglesias en Africa, Asia, Australia, Europa y las Américas, fortalecen su vida y llamado.
Como miembro de la comunidad luterana mundial, la Iglesia Evangélica Luterana en América se encuentra unida a otras iglesias del globo en una tradición y misión en común. Esta iglesia se basa en el legado de más de trecientos años de presencia luterana en los Estados Unidos y el Caribe, y afirma la diversidad cultural, racial y étnica como un aspecto vital de su identidad.
La iglesia ‘en' pero no ‘del' mundo
A través de la fe en el evangelio, la iglesia ya toma parte en el reinado de Dios anunciado y encarnado en Jesús. Sin embargo, todavía espera la re-surrección de los muertos y la realización plena de la creación entera en el futuro prometido por Dios. En este tiempo del "ya ... pero todavía no," la iglesia vive en dos eras—la era presente y la era por venir. La iglesia está ‘en' el mundo, pero no es ‘del' mundo.
El evangelio no arranca a la iglesia del mundo sino que la llama a afirmarlo y a entrar más profundamente en él. A pesar de su cautiverio en el pecado y la muerte, el mundo es la creación beneplácita de Dios donde, debido a su amor, Dios en Jesucristo se hizo carne. La iglesia y el mundo tienen un destino común en el reinado de Dios. La iglesia actúa en favor del mundo en esperanza y oración: "Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo."
El evangelio no permite la acomodación de la iglesia a las maneras del mundo. La presencia y la promesa del reinado de Dios disturba e inquieta a la iglesia con respecto a la violencia y a las rupturas presentes en el globo. Actuar en favor del mundo de Dios requiere la resistencia y la lucha contra los males del mundo.
La iglesia es "una nueva creación ... de Dios" (2 Corintios 5:17-18), pero aún es parte de la humanidad caída compartiendo plenamente la ruptura del mundo. Es una comunidad de santos, un pueblo justificado delante de Dios a causa de la entrega amorosa de Jesús, pero al mismo tiempo es una comunidad de pecadores. Arrepentimiento, perdón, y renovación, carac-terizan a la iglesia que vive bajo la cruz con la esperanza de la llegada en plenitud del reinado de Dios.
La responsabilidad de la iglesia en la sociedad
En su testimonio de Jesucristo, la iglesia anuncia que el Dios que justifica espera que todos los seres humanos actúen en pos de la justicia. Las exigencias buenas y justas de Dios consignan a las personas en las obligaci-ones de sus relaciones y los desafíos del mundo. A través de la actividad divina de la ley, Dios preserva la creación, ordena a la sociedad, y promueve la justicia en un mundo quebrado.
Dios actúa a través de la familia, la educación, la economía, el estado, y de otras estructuras necesarias para la vida en la era presente. Dios instituye, por ejemplo, a las autoridades gobernantes para servir al bienestar de la sociedad.2 La iglesia respeta las autoridades gobernantes y otras estructuras seculares—cuya integridad y tareas son conferidas por Dios—considerándolas responsables ante El.
Esta iglesia tiene que participar en las estructuras sociales críticamente, dado que el pecado también actúa en el mundo. Las estructuras y procesos sociales compaginan dinámicas de vida y de muerte en combinaciones complejas y en grados diversos. Esta iglesia, por lo tanto, debe unir realismo y visión, sabiduría y coraje en su responsabilidad social. Necesita discernir constantemente cuándo debe apoyar y cuándo confrontar los modelos culturales, valores, y poderes de la sociedad.
Como presencia reconciliadora y sanadora, esta iglesia está llamada a ejercer su ministerio ante las necesidades humanas con compasión e imaginación. Procura encontrar nuevos caminos para enfrentar y tratar los problemas sociales emergentes, como asimismo la degradación del medio ambiente. Esta iglesia tiene la responsabilidad de mediar en los conflictos y de abogar por soluciones justas y pacíficas en las discordias globales. Debería apoyar instituciones y políticas que sirvan al bien común, y trabajar con y aprender de otros en el cuidado y la transformación de la sociedad global.
Como presencia profética, esta iglesia tiene la obligación de nombrar y denunciar los ídolos venerados por la gente, identificar el poder del pecado presente en las estructuras sociales, y apoyar con esperanza al pueblo pobre y desposeído de poder. Cuando estructuras, ideologías, o autoridades religiosas o seculares proclaman ser absolutas, la iglesia sostiene que, "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hechos 5:29).3 Junto a Martín Lutero, esta iglesia entiende que "reprender" a aquellos en autoridad "a través de la palabra de Dios proclamada pública y honestamente" no es "sedición," sino que es "una loable, noble, y ... particularmente, un gran servicio a Dios."4
Debido a que la iglesia es tanto humana como divina, tanto pecadora como santa, ella también vive tanto bajo la ley como el evangelio. Al igual que toda comunidad, la iglesia tiene una dimensión institucional. Esta iglesia debe asegurarse de que su propia vida institucional, sus relaciones con otras instituciones, y sus esfuerzos por influir en la sociedad, sean gobernadas por la ley de Dios, expresen su identidad, y sirvan a su misión.
La vocación bautismal de los cristianos
Una de las maneras por la cual la iglesia participa en la sociedad es a través de sus miembros. Muriendo al pecado y resucitando con Cristo en el bautismo, los cristianos son llamados a "caminar en una nueva vida" (Romanos 6:1-11). Cumplen su vocación bautismal en la vida diaria como miembros de familia, amigos, ciudadanos, trabajadores, y como participantes de asociaciones voluntarias. Siendo que "la vida diaria es el marco principal para el ejercicio del llamado cristiano,"5 es en esta instancia donde los cristianos sirven a Dios y al prójimo.
Esta iglesia sostiene a sus miembros bautizados en sus diversos llamados a través del ministerio de la Palabra y los Sacramentos. Los dones del Espíritu forman y transforman al pueblo de Dios para el discipulado en la vida diaria. En el cuerpo de Cristo, el carácter, la perspectiva, y las convicciones morales de los cristianos son moldeadas de maneras distintivas. Jesús libera a los cristianos para servir a los demás y para caminar con el pueblo hambriento, olvidado, oprimido y despreciado. El ejemplo de Jesús invita a los cristianos a reconocer como "prójimo" a gente cercana y lejana, pueblos de todas las razas, clases, y culturas, amigos y extraños, aliados y enemigos.
Los cristianos valoran la familia y el matrimonio, y perciben sus oficios y quehaceres como un medio por el cual pueden expresar su vocación bautismal. En estas instancias experimentan tanto gozo como sufrimiento, y descubren el poder sustentador de la fe. Este poder los capacita para subsanar relaciones, desafiar lo que deshumaniza, confrontar los obstáculos estructurales que impiden la justicia, y procurar gestiones y medidas más humanizantes en sus espacios de responsabilidad.
Los cristianos también ejercitan su llamado siendo ciudadanos sabios y activos. Para algunos, esto puede significar el servicio en un cargo público. Junto a todos los ciudadanos, los cristianos tienen la responsabilidad de defender los derechos humanos y de luchar por la libertad, la justicia, la paz, la protección del medio ambiente, y el buen orden en la vida pública. Deben reconocer el rol vital de la ley en la protección de la vida y la libertad, como así también en el mantenimiento del bien común. Los cristianos deben interesarse en los métodos y contenidos de la deliberación pública. Deberían ser críticos cuando grupos o sectores de la población se encuentran inadecuadamente representados en los procesos y decisiones políticas que afectan sus vidas.
Un modo significativo por el cual los cristianos ejercen su ciudadanía es a través de la participación en asociaciones y movimientos voluntarios, tanto religiosos como seculares. En ciertas ocasiones estos grupos pueden servir una función profética cuando protestan en contra de ciertos males, cuestionan suposiciones asumidas, desafían prácticas inmorales e injustas, y cuando organizan y promueven cambios estructurales en el lugar de trabajo, la comunidad local y en el mundo en general.
Una comunidad de deliberación moral
Los cristianos cumplen su vocación de maneras diversas, y cuentan con una variedad de dones derramados por el Espíritu. Por lo tanto, en numerosas ocasiones pueden encontrarse en profundo desacuerdo sobre las maneras y formas de responder a las cuestiones sociales. Unidos a Cristo y a todos los creyentes en el bautismo, los cristianos acogen y celebran su diversidad. Debido a que comparten convicciones comunes de fe, están libres, en realidad obligados, a deliberar de manera conjunta sobre los desafíos que enfrentan en el mundo.
La deliberación en esta iglesia presta atención tanto a la Palabra de Dios como al mundo de Dios, a la vez que a la relación entre ambas. Esta iglesia percibe al mundo a la luz de la Palabra de Dios, y comprende esta palabra desde su contexto en el mundo. Esta iglesia tiene que basarse en la revelación de Dios, el don de la razón otorgado por Dios, y la guía del Espíritu Santo.
Las Escrituras son la fuente normativa en la deliberación de esta iglesia. A través del estudio de las Escrituras, los cristianos procuran discernir lo que Dios requiere en la iglesia y en el mundo. Debido a la diversidad en las Escrituras, y debido a la distancia del mundo contemporáneo con respecto al mundo bíblico, es necesario escudriñar cuidadosamente los textos en su propio contexto, e interpretarlos fielmente para el mundo de hoy. En su testimonio a la Palabra de Dios, los credos ecuménicos y las confesiones luteranas guían el enfoque de esta iglesia con respecto a las Escrituras. La historia de la iglesia y las diversas tradiciones la instruyen en su deliberación.
Transformada por la fe, esta iglesia en su deliberación cuenta con las aptitudes humanas otorgadas por Dios de querer, pensar y sentir. Esta iglesia se halla abierta para aprender de la experiencias, conocimientos, e imaginación de toda la humanidad, a fin de poseer la mejor posible información y conocimiento del mundo de hoy. Para actuar justa y efectivamente, esta iglesia necesita analizar críticamente los temas sociales y del medio ambiente, e indagar las razones por las cuales la situación se encuentra en su presente estado.
La deliberación en esta iglesia debería incluir gente—ya sea en persona o a través de sus obras u otras expresiones—con diversas experiencias de vida, perspectivas e intereses. En la medida de lo posible, personas como las siguientes deberían deliberar entre ellas y con otras:
  • aquellas personas que son afectadas y sufren con el problema a tratar;
  • aquellas personas cuyos intereses o seguridad estén en juego;
  • pastores, obispos, teólogos, eticistas y otros maestros de esta iglesia;
  • personal embarcado en tareas de abogacía;
  • expertos en las ciencias sociales y naturales, las artes y las humanidades.
Como comunidad de deliberación moral, la iglesia busca "discernir cuál es la voluntad de Dios—que es lo bueno, lo aceptable y lo perfecto" (Romanos 12:2). Los cristianos se enfrentan juntos a los problemas sociales, a fin de discernir mejor cómo vivir fiel y responsablemente desde el ámbito de su vocación. Los procesos de deliberación deben informar y guiar el testimonio como cuerpo de esta iglesia en la sociedad. Al tratar abierta y creativamente con el desacuerdo y la controversia, esta iglesia espera contribuir a la búsqueda del bien individual y común en la vida pública.
Compromisos
A la luz de estas afirmaciones, la Iglesia Evangélica Luterana en América establece los siguientes compromisos:
Apoyar y sostener las vocaciones
La Iglesia Evangélica Luterana en América se compromete a sostener y apoyar a sus miembros en su vocación bautismal de servir a Dios y a su prójimo en la vida diaria. A través de sus congregaciones, sínodos, y la estructura global de la iglesia, y junto a las instituciones afiliadas y los ámbitos ecuménicos donde participa, esta iglesia, por lo tanto, se compromete a:
  • fomentar en sus miembros una fe que sea activa en el amor, un amor que busque la justicia, y una perspectiva que discierna qué es lo correcto, lo bueno y lo adecuado;
  • ayudar a que sus miembros ejerciten, en sus respectivos llamados, el amor al prójimo, el cuidado de la creación, el procuramiento de justicia y misericordia en situaciones de ruptura, y buscar la paz allí donde haya conflicto.
  • unirse a otros para remover los obstáculos de discriminación e indiferencia que impiden a la gente la vivencia y el cumplimiento de sus llamados.
  • promover entre sus miembros una práctica ciudadana sensata, crítica, y creativa, como así también el servicio público;
  • trabajar para la promoción de los procesos democráticos tanto en el territorio comprendido por nuestra iglesia como así también en el mundo, y corregir la persistente desigualdad social y económica que impide a muchos la participación efectiva en estos procesos;
  • alentar en los ciudadanos-miembros su participación en las deliberaciones públicas a todos sus niveles, particularmente a través de organizaciones que median entre la vida pública y privada, y tomar parte de acciones proféticas.
Testimoniar como institución
La Iglesia Evangélica Luterana en América se compromete a servir a Dios y al prójimo en su vida y trabajo como institución. A través de sus congregaciones, sínodos, y la estructura global de la iglesia, y junto a las instituciones afiliadas y a los ámbitos ecuménicos donde participa, esta iglesia se compromete a:
  • adoptar políticas y prácticas institucionales que ejemplifiquen sus creencias y valores y que realce su misión;
  • apoyar a sus organizaciones sociales y educativas en sus respuestas a las necesidades humanas;
  • apoyar a las congregaciones e instituciones afiliadas a tomar parte en ministerios que promuevan el bienestar de la comunidad humana y el medio ambiente, y que faculte al pueblo a ganar acceso e influencia en los sistemas que rigen sus vidas;
  • desarrollar declaraciones sociales, por medio de procesos participativos de estudio y reflexión teólogica, que guíen la vida de la iglesia como institución, e informen a las conciencias de sus miembros en el espíritu de la libertad cristiana;
  • expresarse sobre temas actuales y urgentes sobre los cuales la voz de esta iglesia debería ser escuchada;
  • contar, sobre la base profética de la palabra de Dios, con la oración y exhortación de sus pastores, obispos, y líderes laicos, en referencia a los que ocupan posiciones de autoridad;
  • trabajar con y a favor de los pobres, los marginados, y junto a los que sufren, usando su poder e influencia en los cuerpos de decisión política y económica para desarrollar y abogar políticas que avancen la justicia, la paz, y el cuidado de la creación;
  • mediar para que se logren soluciones justas y pacíficas a los conflictos sociales;
  • participar en organizaciones ecuménicas locales, nacionales e internacionales, como así también en asociaciones interconfesionales y ecuménicas al servicio de metas comunes.
Deliberar sobre temas sociales
La Iglesia Evangélica Luterana en América se compromete a promover la deliberación moral sobre los temas sociales. A través de sus congregaciones, sínodos, y la estructura global de la iglesia, junto a instituciones afiliadas y a los ámbitos ecuménicos donde participa, esta iglesia se compromete a:
  • ser una comunidad donde se espere y se apoye la deliberación abierta, intensa y respetuosa sobre temas desafiantes y controvertidos de la sociedad contemporánea;
  • incluir en el proceso deliberativo personas y/o grupos de diversas perspectivas, clases, sexos, edades, razas, y culturas, de manera que sean ampliados cada uno de nuestros limitados horizontes, y que el testimonio del cuerpo de Cristo en el mundo sea realzado;
  • contar con los rescursos de la fe y de la razón—las Escrituras, la historia de la iglesia, conocimientos y experiencias personales—para aprender y discernir cómo responder a los desafíos contemporáneos a la luz de la Palabra de Dios;
  • confrontar a través de procesos deliberativos las problemáticas que el pueblo de Dios enfrenta, a fin de aprestarlos en su discipulado y ciudadanía en el mundo;
  • arrivar a posiciones que guíen su testimonio institucional a través de procesos participativos de deliberación moral;
  • contribuir a la edificación del bien común y la revitalización de la vida pública a través de procesos deliberativos abiertos e inclusivos.
El Amor Fiel de Dios
La iglesia posee el "tesoro" del evangelio "en recipientes de barro para que aparezca que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros" (2 Corintios 4:7). Nosotros, en la Iglesia Evangélica Luterana en América, exponemos estas afirmaciones y compromisos orando para que nuestras palabras y obras lleguen a ser recipientes de barro que den testimonio del poder de la cruz. Cuidamos de nuestro mundo y servimos a nuestro prójimo en la sociedad con la gozoza confianza de que sólo la fidelidad de Dios sostiene a la iglesia y renueva nuestra fe, esperanza, y amor.
Nuestro testimonio es una respuesta a la fidelidad del amor de Dios recibidos en la Palabra y los Sacramentos. El pan y el vino, el cuerpo y la sangre de Cristo son un sacramento de amor. Ya que se te brinda amor y sostén, tú a la vez deberás rendir amor y sostén a Cristo a través de los más pequeños. Deberás sentir con tristeza el deshonor hecho a Cristo en su santa Palabra, toda la miseria de la Cristiandad, todo el sufrimiento injusto del inocente con los cuales el mundo está lleno y rebozante. Deberás luchar, trabajar, orar, y—si no puedes hacer más—tener una sincera simpatía.6

1. "Artículos de Esmalacalda," Parte III, art. IV. Las citas del Libro de concordia son extraídas de la edición preparada por Andrés Meléndez, (Saint Louis: Concordia Publishing House, 1989).
2. La Constitución de la Iglesia Evangélica Luterana en América, 4.03.n., establece que "esta iglesia ... colaborará con las autoridades civiles en areas comunes, manteniendo la separación institucional entre la iglesia y el estado en una relación de interacción funcional." El significado de "separación institucional e interacción funcional" es desarrollado en la declaración "The Nature of the Church and its Relationship with Government," Consejo Luterano de los EE.UU., 1979.
3. Cfr. Confesión de Augsburgo, art. XVI.
4. Comentario al Salmo 82. Editado por Jaroslav Pelikan, Luther's Works, Vol. 13: Selected Psalms II (St Louis: Concordia Publishing House, 1956).
5. Constitución de la Iglesia Evangélica Luterana en América, 4.01.e.
6. Martín Lutero, "El bendito sacramento del santo y verdadero cuerpo de Cristo, y las hermandades" en Obras de Martín Lutero, Vol. V, editado por Carlos Witthaus (Buenos Aires: Paidós, 1971).

Copyright © 1992 Evangelical Lutheran Church in America.
Producido por el Departamento de Estudios de la División para la Iglesia en la Sociedad. Permitida la reproducción de este documento siempre y cuando cada copia exhiba el presente.
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